Una tarea para esta generación



Estos meses, por si alguien no se había enterado, la Iglesia está sufriendo unos embates impresionantes. Como la Iglesia es imperecedera, algunos no se preocupan. Piensan que la Barca de Pedro resistirá cualquier tormenta; y tienen razón. Tienen razón, pero las estadísticas de los próximos dos o tres años van a ser catastróficas. Solo dentro de tres años vamos a poder hacer un adecuado recuento de daños. Como los barcos de una armada tras pasar por una batalla.

Los embates que ha sufrido la Iglesia son de varios tipos. Pero varias de las más insidiosas andanadas tienen que ver con la lucha entre progresismo y tradición. El escándalo de la pedofilia será restañado, pero la lucha por la dirección que debe tomar la Iglesia permanece.

Dentro de la Iglesia los progresistas se preguntan escandalizados: “¿Pero es que no se dan cuenta?”. Y, también dentro de la Iglesia, los tradicionales afirman: “¡No podemos cambiar la tradición!”.

El Vaticano II fue un colosal esfuerzo por hacer avanzar la teología de la Iglesia. La tarea que vamos a tener que afrontar ahora, en esta generación, es la de ver hasta dónde podemos permitir sin traicionar la Tradición.

Ya no se trata de hacer avanzar la teología, sino de ver hasta dónde se puede llegar.

Mientras tanto, la estructura está sufriendo formidables tensiones entre estos dos polos. Una estructura humana que es mundial. Una estructura teológica que se basa en unos venerables pilares teológicos, entre los cuales hay columnas inamovibles. La estructura humana se sustenta sobre esos pilares que conforman una construcción unitaria.

Es difícil para muchos no creerse Atanasio redivivo. Es difícil para otros no ver al de enfrente como un inquisidor. Una cierta calma es condición imprescindible para el diálogo. El Tiempo decantará todo. La sinodalidad traerá luz a la Iglesia. Porque en medio de los sínodos está el Espíritu Santo. Aunque se puede organizar bien un sínodo y se puede organizar mal.

Un sínodo nunca se puede instrumentalizar. Un sínodo es una reunión para buscar la verdad. Un sínodo nunca puede entenderse como un medio de propaganda. Los organizadores de un sínodo no pueden disponerlo todo para imponer lo que uno de antemano ya ha determinado. En la Historia hemos conocido sínodos y concilios que han nacido muertos. En otras ocasiones, algunos sínodos fueron estrangulados. Hay que replantearse muy seriamente qué es el espíritu sinodal.

Hecha esta salvedad, confío plenamente en el carácter sinodal de la Iglesia. Es un problema de todos lo que estamos afrontando ahora y, entre todos, hay que resolverlo. Unos guiando, otros apoyando. Hay que apartarse de los divismos, del unilateralismo.

Insisto, para unos, los tradicionales son unos inflexibles. Para otros, los progresistas son unos traidores. El peligro del cisma es real si estos grandes movimientos tectónicos no son encauzados según el Espíritu. 

Ahora bien, considero que hemos llegado a un punto de no retorno en los  países del centro de Europa. El cisma no conocerá otro camino que la maduración. Mis ojos verán la Iglesia Católica Constitucional y la Iglesia Católica Romana. Las iglesias con los valores de este siglo y la Iglesia de los concilios.

Let's block ads! (Why?)

17:36

Publicar un comentario

[facebook][blogger]

SacerdotesCatolicos

{facebook#https://www.facebook.com/pg/sacerdotes.catolicos.evangelizando} {twitter#https://twitter.com/ofsmexico} {google-plus#https://plus.google.com/+SacerdotesCatolicos} {pinterest#} {youtube#https://www.youtube.com/channel/UCfnrkUkpqrCpGFluxeM6-LA} {instagram#}

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets