La liturgia diaria meditada - He venido a traer fuego sobre la tierra (Lc 12,49-53) 25/10



Jueves 25 de Octubre de 2018
De la feria.
Verde.

Martirologio Romano: En Kiev, ciudad de Rusia, (ahoara en Ucrania), santa Olga, abuela de san Vladimiro, la primera de la dinastía de los Ruriks que recibió el bautismo y el nombre de Helena, cuya conversión abrió a todo el pueblo ruso el camino del cristianismo. († 969)

Antífona de entrada         Sal 16, 6.8
Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes: inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras. Protégeme como a la pupila de tus ojos; escóndeme a la sombra de tus alas.

Oración colecta    
Dios todopoderoso y eterno, concédenos permanecer fieles a tu santa voluntad y servirte con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Te ofrecemos, Señor, estos dones, con un corazón libre y generoso, para que tu gracia nos purifique por estos misterios que ahora celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión       cf. Sal 32, 18-19
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia.

O bien:         Mc 10, 45
El Hijo del hombre vino para dar su vida en rescate por una multitud.

Oración después de la comunión
Concédenos, Padre, que la participación en la eucaristía nos ayude para aprovechar los bienes temporales y alcanzar los bienes eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        Ef 3, 14-21
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso.
Hermanos: Doblo mis rodillas delante del Padre, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra. Que él se digne fortificarlos por medio de su Espíritu, conforme a la riqueza de su gloria, para que crezca en ustedes el hombre interior. Que Cristo habite en sus corazones por la fe, y sean arraigados y edificados en el amor. Así podrán comprender, con todos los santos, cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, en una palabra, ustedes podrán conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento, para ser colmados por la plenitud de Dios. ¡A aquel que es capaz de hacer infinitamente más de lo que podemos pedir o pensar, por el poder que obra en nosotros, a él sea la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las generaciones y para siempre! Amén.
Palabra de Dios.

Comentario
Nos detenemos en el inicio del texto en donde Pablo dice: “doblo las rodillas ante el Padre... pidiéndole... que les conceda....”. Observemos así los gestos y actitudes de este hombre, ejemplo de pastor y modelo de catequista orante.

Sal 32, 1-2. 4-5. 11-12. 18-19
R. La tierra está llena del amor del Señor.

Aclamen, justos, al Señor; es propio de los buenos alabarlo. Alaben al Señor con la cítara, toquen en su honor el arpa de diez cuerdas. R.

Porque la palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor. R.

El designio del Señor permanece para siempre, y sus planes, a lo largo de las generaciones. ¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se eligió como herencia! R.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.

Aleluya        Flp 3, 8-9
Aleluya. Considero todas las cosas como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a él. Aleluya.

Evangelio     Lc 12, 49-53
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo a sus discípulos: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente! ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”.
Palabra del Señor.

Comentario
Jesús, que encendía a su alrededor fuego de amor, quiere que nosotros lo contagiemos a otros. Este apasionamiento trae, sin dudas, enfrentamientos y divisiones dolorosas. Porque con Jesús no se puede estar a medias tintas, hay que jugarse por él y el reino de amor y del perdón.

Oración introductoria
Señor, Tú viniste a traer fuego a la tierra, ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo en mi corazón! Que esta oración me dé el fuego de tu amor, de la fe y de la esperanza, pues sólo con estas tres virtudes teologales podré vivir mi vocación a la santidad. 

Petición
Señor, aumenta mi fe para poder amarte sobre todas las cosas y a mi prójimo como a mí mismo.

Meditación 

Hoy, el Evangelio nos presenta a Jesús como una persona de grandes deseos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!» (Lc 12,49). Jesús ya querría ver el mundo arder en caridad y virtud. ¡Ahí es nada! Tiene que pasar por la prueba de un bautismo, es decir, de la cruz, y ya querría haberla pasado. ¡Naturalmente! Jesús tiene planes, y tiene prisa por verlos realizados. Podríamos decir que es presa de una santa impaciencia. Nosotros también tenemos ideas y proyectos, y los querríamos ver realizados enseguida. El tiempo nos estorba. «¡Qué angustia hasta que se cumpla!» (Lc 12,50), dijo Jesús.

Es la tensión de la vida, la inquietud experimentada por las personas que tienen grandes proyectos. Por otra parte, quien no tenga deseos es un apocado, un muerto, un freno. Y, además, es un triste, un amargado que acostumbra a desahogarse criticando a los que trabajan. Son las personas con deseos las que se mueven y originan movimiento a su alrededor, las que avanzan y hacen avanzar.

¡Ten grandes deseos! ¡Apunta bien alto! Busca la perfección personal, la de tu familia, la de tu trabajo, la de tus obras, la de los encargos que te confíen. Los santos han aspirado a lo máximo. No se asustaron ante el esfuerzo y la tensión. Se movieron. ¡Muévete tú también! Recuerda las palabras de san Agustín: «Si dices basta, estás perdido. Añade siempre, camina siempre, avanza siempre; no te pares en el camino, no retrocedas, no te desvíes. Se para el que no avanza; retrocede el que vuelve a pensar en el punto de salida, se desvía el que apostata. Es mejor el cojo que anda por el camino que el que corre fuera del camino». Y añade: «Examínate y no te contentes con lo que eres si quieres llegar a lo que no eres. Porque en el instante que te complazcas contigo mismo, te habrás parado». ¿Te mueves o estás parado? Pide ayuda a la Santísima Virgen, Madre de Esperanza.

Hay una pasión nuestra que debe crecer desde la fe, que debe transformarse en el fuego de la caridad. Jesús nos ha dicho: He venido para echar fuego a la tierra y como querría que ya estuviese encendido. Orígenes nos ha transmitido una palabra del Señor: "Quien está cerca de mí está cerca del fuego". El cristiano no debe ser tibio. El Apocalipsis nos dice que este es el mayor peligro del cristiano: que no diga no, sino un sí muy tibio. Esta tibieza desacredita al cristianismo. La fe tiene que ser en nosotros llama del amor, una llama que realmente encienda mi ser, que sea una gran pasión de mi ser, y así encienda al próximo. Este es el modo de la evangelización: "Accéndat ardor próximos", que la verdad se vuelva en mí caridad y la caridad encienda como fuego también al otro. Sólo con este encender al otro por medio de la llama de nuestra caridad crece realmente la evangelización, la presencia del Evangelio, que ya no es sólo palabra, sino también realidad vivida. 

Anunciar y vivir el estilo de vida de Jesús provoca en esta sociedad consumista rechazo, descrédito, conflicto y división. Es una constante en la historia de la Iglesia. Es el cumplimiento de la bienaventuranza proclamada por el mismo Jesús: Dichosos serán ustedes cuando los injurien y los persigan, y digan contra ustedes toda clase de calumnias por causa mía (Mt 5, 11).

Diálogo con Cristo
Jesús, te pido que me des la madurez, la coherencia y el coraje para nunca tener miedo a la vida. Sé que nunca te alejas y lo que permites, aunque a veces no me guste o no lo entienda, tiene una buena razón de ser. Con tu gracia podré seguirte en todas las circunstancias de la vida, pero humildemente te suplico me des la fuerza de voluntad que necesito para serte siempre fiel. 

Propósito
Vivir el Evangelio, transformarse cada uno para transformar la sociedad. 

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