Ni una sola palabra. Al menos que haya salido publicada. Me refiero al tema -que no es menor, en absoluto, sino que es sólo “la parte visible” del iceberg: pero el iceberg es ya de dimensiones más que mayúsculas y, por tanto, es un peligro real por presente- del “abuso de confianza” y “abuso de posición” que han ejercido unos cuantos COLEGIOS RELIGIOSOS en Barcelona -muy significados en la ciudad, y muy significativos por ellos mismos- y en Cataluña, sacando a los críos a la calle a favor del independentismo; y usándolos como escudos o como “líneas rojas” para su personal seguridad -la de los mayores, no la de los críos que tenían en custodia- que, por supuesto, los polis no iban a traspasar.
Y, ni sus superiores directos -los propios superiores de los religiosos-, ni los superiores eclesiásticos diocesanos bajo cuyo gobierno y juridisción están instalados -la Jerarquía Católica correspondiente-, han dicho esta boca es mía. Mudos de afición o de profesión o de desidia. O quizá es que están metidos tan de lleno en las vicisitudes políticas que no tienen tiempo -ni afición, quizás- para lo suyo, en lo que nadie les puede sustituir.
Es cierto que había padres que estaban en el ajo: estaban de acuerdo con ese “uso perverso” de sus hijos; porque las ideologías es lo que tienen, que arrasan con lo que sea: no se detienen ni ante sus propios hijos. Se hace lo que haga falta, que para eso están las ideologías, y hasta ahí llegan los que se dejan comer el tarro por ellas, sean las que sean. En este caso: “todo por la indepe".
Pero no es este el tema. ¡También hay padres que están a favor de que sus niños sean travestis cuanto antes y no por eso un colegio tiene obligación de “bailarles el agua"! Claro que, si son colegios llevados por religiosos, y si están sitos en Cataluña o en Barcelona, lo veremos muy pronto: los primeros, oigan. Al tiempo. Y a no tardar.
El tema no es ése. El tema -y ya es hora de que públicamente las autoridades católicas competentes “cojan el toro por los cuernos": porque el desastre, católica y eclesialmente hablando, es ya un horror- es cómo se corta la deriva de estos colegios que, en su gran mayoría, han perdido “las esencias”: que las tuvieron y muy buenas; y no durante cuatro días o unos pocos años, sino desde siglos atrás, algunos de ellos. Cortar la deriva…, si hay voluntad para ello; que, hasta ahora, no la ha habido.
Ahora ya, a muchos, no les queda de católicos más que el propio nombre que le pusieron: “Santa Gumersinda", por ejemplo. [Si alguno se llama así, que no lo sé, declaro que lo he puesto a ojo: que conste]. De hecho, por no quedar no quedan, en tantos de ellos, ni miembros casi de la propia institución que los dio a luz.
A las pruebas me remito. Hace solo un par de semanas, el propio obispo secretario del dicasterio vaticano de vida religiosa o vida consagrada -que ahora no recuerdo cuál su nombre técnico y completo-, mons. José Rodríguez Carballo, en la última Asamblea que tuvieron los religosos/as españoles, CONFER 2017, les dijo claramente -denunció- que así no iban a ninguna parte, que “los seminarios y los noviciados están vacíos". Y al sacar a relucir algunas de las “cosas” que tiran a los jóvenes “para abajo", y que están ahí tan metidas ya en el ambiente, no dejó de recordarles que en el primer ambiente en el que están metidas y en el que están los chic@s, es en el ambiente escolar.
De toda la vida, los colegios religiosos en España -y también en tantos otros países, por supuesto- habían marcado un nivel educativo elevadísimo, en todos los órdenes: tanto a nivel intelectual o docente, como a la hora de transmitir la Fe, en la formación de las conciencias -en católico- de generaciones y generaciones. [La “educación estatal", de siempre ha ido a remolque y muy por detrás, hasta no hace tanto que se nos haya olvidado]. Además de haber sido -la enseñanza de los colegios religosos- la única posibilidad que, también durante generaciones, han tenido los pobres para poder educarse, en todos los niveles: desde la escuelita hasta la universidad.
Y lo quiero y debo destacar aparte, porque es de justicia, porque es la verdad histórica y por salir al paso de las ideologías que pretenden envenenar y echar por tierra lo que ha hecho la Iglesia por la gente; por todas las personas sin distinción de raza, sexo, religión o posibilidades económicas: de hecho, muchas instituciones católicas han nacido precisa y exclusivamente para esto, en concreto: para dar nivel educativo a los más desfavorecidos y, con ello, facilitarles la posibilidad de abrirse mucho mejor camino profesional y social. Caminos que nunca hubiesen soñado siquiera.
Y de toda la vida también, los solegios religosos habían sido semillero de vocaciones para los noviciados de los mismos religiosos, y también par alos seminarios diocesanos. Ni que decir tiene que formaban en católico a todos, y de ahí salían muchísimas “vocaciones matrimoniales".
Pues, justamente a los pocos años del CV II, poco a poco pero inconteniblemente, muchos de los colegios religiosos “se empezaron a echar al monte", hasta el punto de ser casi sinónimo de “educar” para perder la Fe Católica: no ha habido “novedad” pseudoreligiosa, por descarriada que fuera, que no haya sido bien recibida y bien patrocinada en/por gran parte de los susodichos colegios.
Por tanto, no es aventurado afirmar que, una parte importante de la “descristinaización” en España -que ya no es un país católico-, ha venido y se ha mantenido -han resistido todas las indicaciones de san Juan Pablo II, por ejemplo, para contrarrestarla y reconquistar el tiempo y las almas perdidas-, en/por/con/a través de los colegios ["antes"] religiosos.
Y los obispos de las diócesis, calladitos; o, si han pretendido decirles algo, los religiosos les han mandado con viento fresco, y aquellos se han retirado “prudentemente” a “sus cuarteles de invierno". O de verano. Exactamente lo que ha pasado ahora con lo del adoctrinamiento de los críos, y su uso y abuso partidista en Cataluña. Todos mudos, ya de tiempo; por eso, ni se han inmutado con lo de antesdeayer como quien dice.
El vaciamiento de sus casas religiosas -se iban a la carrera ellos y ellas-, el vaciamiento de sus noviciados -y de los seminarios diocesanos- por falta de vocaciones, la falta consiguiente de relevo generacional…, en general, tiene precisamente y como primera causa “lo que se ha acogido” y “lo que se ha dado” en los colegios religiosos: lo que se ha sembrado. Empezando por la enseñanza “mixta” a todos los niveles; que fue un inmenso error y que, como está demostrado y comprobado, es un desastre en ciertos niveles educativos. Y las que más han pagado el pato han sido las chicas, por cierto, con todo lo que eso ha traído consigo también.
Benedicto XVI, con ocasión de los abusos de pederastia en Irlanda, se arremangó, y escribió, y recibió uno por uno y/o en conjunto a todos los implicados: desde obispos hasta víctimas, pasando por religosos y sacerdotes imlicados. Y no se cortó un pelo.
Ante todos los católicos irlandeses, dijo: “Comparto la desazón y el sentimiento de traición".
A los obispos: “Para recuperarse de esta dolorosa herida, la Iglesia en Irlanda debe reconocer en primer lugar, ante Dios y ante los demás, los graves pecados cometidos contra niños indefensos". “No se puede negar que algunos de vosotros y de vuestros predecesores han fracasado, a veces lamentablemente, a la hora de aplicar las normas [establecidas, previstas]".
A los abusadores: “Habéis traicionado la confianza depositada en vosotros por jóvenes inocentes y por sus padres. Debéis responder de ello ante Dios Todopoderoso y ante los tribunales debidamente constituidos".
Finalmente, a las víctimas: “Os habéis sentido profundamente indignados y conmocionados al conocer los hechos terribles que sucedían en lo que debía haber sido el entorno más seguro para todos".
Y para todos los responsables, en especial a las autoridades eclesiales diocesanas y religosas en su conjunto: “Sólo una acción decisiva llevada a cabo con total honestidad y transparencia restablecerá el respeto y el afecto del pueblo irlandés por la Iglesia a la que hemos consagrado nuestras vidas".
No dudó en señalar como causas directas: un cierto clericalismo que miraba hacia otra parte ante esos delitos, los errores a la hora de seleccionar los candidatos al clero y a la vida religiosa, el abandono de la oración y los Sacramentos, y el no haber sabido ‘leer’ y entender ‘los signos de los tiempos’ por parte de quienes más y mejor debían haberlo hecho:
“En las últimas décadas, la Iglesia en vuestro país ha tenido que enfrentarse a nuevos y graves retos para la Fe debidos a la rápida transformación y secularización de la sociedad irlandesa […]. Fue significativa en este periodo la tendencia, incluso por parte de los sacerdotes y religiosos, a adoptar formas de pensamiento y de juicio de la realidad secular sin referencias suficientes al Evangelio. El programa de renovación propuesto por el CV II fue a veces mal entendido. […] En particular, hubo una tendencia -motivada por buenas intenciones, pero equivocada- de evitar los enfoques penales de las situaciones canónicamente irregulares".
Mucho menos dudó en señalar las recetas: penitencia y confesión, oración y lectura de la Biblia, Adoración eucarística y una visita apostólica, es decir, una investigación interna.
Modus operandi que hizo luego extensible a toda la Iglesia.
Quizá alguno me dirá que exagero, porque lo de Cataluña en particular o lo de los colegios religiosos en general no es comparable con la pederastia. Y sí lo comparo: la “movida” desde hace tantos años y con estos patrocinios es mucho más grave que los casos de pederastia, aunque éstos “escandalicen más".
Si he recogido estas palabras y acciones del entonces papa Benedicto ha sido, primero, para los superiores de las distintas familias y para las autoridades jerárquicas de las diócesis españolas. Segundo, para que se vea cómo, cuando un tema lo requiere, la Iglesia tiene medios y remedios para afrontar lo que sea; pero tienen que querer “arremangarse” las personas concernidas pro su cargo y responsabilidad. Tercero, porque “matar la Fe y las conciencias", y durante tantos y tantos años -son múltiples las promociones de alumn@s en tantísimos colegios, con cientos de miles de críos por medio, sin olvidar a sus familias, en las que se ha inoculado lo mismo-, es un verdadero crimen que clama al Cielo.
Ahí quedan las palabras escritas del papa Benedicto XVI. Qui potest capere, capiat!,dice Jesús. Pero a esto hay que entrarle, a saco y desde ya. En caso contrario, acabaremos sin poder decir “Él” ni “Señor". Y veremos qué ponen para la Virgen.
En muchos casos ya se llega tarde, porque en esos colegios ya no quedan ni religiosos casi; pero en esta vida todo tiene remedio, por difícil que pueda parecer a priori. Dificultades que, cuando se ponen muy por delante los medios que nos señalaba el Santo Padre, lo difícil se hace fácil; y se hace.
Amén!
Publicar un comentario