La liturgia diaria meditada - Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento (Mc 13, 33-37) 03/12


Domingo 03 de Diciembre de 2017
1º de Adviento
Morado.

(Comienza el ciclo dominical B. Semana 1ª del Salterio).

“El ‘advenimiento’ de Cristo no es sólo el primer advenimiento, en humildad y ocultamiento de su divinidad, para compartir nuestra pequeñez humana, dar ejemplo de anonadamiento, y consumar nuestra redención por el sufrimiento y la muerte, sino también el segundo advenimiento, glorioso, para juzgar como Rey al Universo”.

Martirologio Romano: Memoria de Francisco de Jasu y Xavier (nacido en el castillo de Xavier, en España, en 1506)  presbítero de la Compañía de Jesús, evangelizador de la India, el cual, nacido en Navarra, fue uno de los primeros compañeros de san Ignacio que, movido por el ardor de dilatar el Evangelio, anunció diligentemente a Cristo a innumerables pueblos en la India, en las Molucas y otras islas, y después en el Japón, convirtiendo a muchos a la fe. Murió en la isla de San Xon, en China, consumido por la enfermedad y los trabajos (1552). En la isla de Shangchuan, en espera de una embarcación que lo llevara a China, cayó gravemente enfermo. Murió a orillas del mar el 3 de diciembre de 1552, a los 46 años de edad. 

Fue canonizado el 12 de marzo de 1622 junto con Ignacio de Loyola, Felipe Neri,Teresa de Jesús y el santo de Madrid, Isidro. Es patrono de las misiones en Oriente y comparte el patronato universal de las misiones católicas con Teresa de Lisieux. 



Antífona de entrada         Sal 24, 1-3
A ti, Señor, elevo mi alma; Dios mío, yo pongo en ti mi confianza. Que no tenga que avergonzarme ni se rían de mí, mis enemigos. Ninguno de los que esperan en ti tendrá que avergonzarse.

No se dice Gloria.

Oración colecta    
Dios todopoderoso y eterno, te rogamos que la práctica de las buenas obras nos permita salir al encuentro de tu Hijo que viene hacia nosotros, para que merezcamos estar en el Reino de los cielos junto a él. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Dios nuestro, acepta los dones que recibimos de ti y ahora te presentamos; que esta ofrenda realizada en el tiempo presente, sea para nosotros anticipo de la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión      Sal 84, 13
El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos.

Oración después de la comunión
Te pedimos, Padre, que fructifique en nosotros la celebración de los santos misterios con los que tú nos enseñas a amar y adherirnos a los bienes eternos, mientras peregrinamos en medio de las realidades transitorias de esta vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.

1ª Lectura    Is 63, 16-17. 19; 64, 2-7
Lectura del libro de Isaías.
¡Tú, Señor, eres nuestro padre, “nuestro Redentor” es tu Nombre desde siempre! ¿Por qué, Señor, nos desvías de tus caminos y endureces nuestros corazones para que dejen de temerte? ¡Vuelve, por amor a tus servidores y a las tribus de tu herencia! ¡Si rasgaras el cielo y descendieras, las montañas se disolverían delante de ti! Cuando hiciste portentos inesperados, que nadie había escuchado jamás, ningún oído oyó, ningún ojo vio a otro Dios, fuera de ti, que hiciera tales cosas por los que esperan en él. Tú vas al encuentro de los que practican la justicia y se acuerdan de tus caminos. Tú estás irritado, y nosotros hemos pecado, desde siempre fuimos rebeldes contra ti. Nos hemos convertido en una cosa impura, toda nuestra justicia es como un trapo sucio. Nos hemos marchitado como el follaje y nuestras culpas nos arrastran como el viento. No hay nadie que invoque tu Nombre, nadie que despierte para aferrarse a ti, porque tú nos ocultaste tu rostro y nos pusiste a merced de nuestras culpas. Pero tú, Señor, eres nuestro padre; nosotros somos la arcilla, y tú, nuestro alfarero: ¡todos somos la obra de tus manos!
Palabra de Dios.

Comentario
El autor del texto comienza y termina reconociendo a Dios como “nuestro padre”. En los versículos del medio reconoce el pecado y la necesidad de ser redimidos. Como solo Dios puede redimir, el profeta apela a la misericordia del Padre, porque el hombre no puede liberarse a sí mismo de su pecado.

Sal 79, 2-3. 15-16. 18-19
R. Restáuranos, Señor del universo.

Escucha, Pastor de Israel, tú que tienes el trono sobre los querubines, reafirma tu poder y ven a salvarnos. R.

Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa desde el cielo y mira: ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano, el retoño que tú hiciste vigoroso. R.

Que tu mano sostenga al que está a tu derecha, al hombre que tú fortaleciste, y nunca nos apartaremos de ti: devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre. R.

2ª Lectura    1Cor 1, 3-9
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo los cristianos de Corinto.
Hermanos: Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. No dejo de dar gracias a Dios por ustedes, por la gracia que él les ha concedido en Cristo Jesús. En efecto, ustedes han sido colmados en él con toda clase de riquezas, las de la palabra y las del conocimiento, en la medida que el testimonio de Cristo se arraigó en ustedes. Por eso, mientras esperan la Revelación de nuestro Señor Jesucristo, no les falta ningún don de la gracia. Él los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de la Venida de nuestro Señor Jesucristo. Porque Dios es fiel, y él los llamó a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
Palabra de Dios.

Comentario
Estos cristianos están en actitud de espera, una espera vigilante, atenta, perseverante, hasta que llegue el momento del encuentro definitivo con Cristo. Es que la vida cristiana es un camino que tiene un objetivo: participar de la misma vida de Jesucristo.

Aleluya        Sal 84, 8
Aleluya. ¡Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación! Aleluya.

Evangelio     Mc 13, 33-37
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela. Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa: si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos. Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!”.
Palabra del Señor.

Comentario
Mientras esperamos la manifestación definitiva de Jesús, cada uno de nosotros debe trabajar en este tiempo por el Reino. La vigilancia y el trabajo serán entonces las actitudes que definan la vida del cristiano.

Oración introductoria
Señor, gracias por este tiempo del Adviento que me ayuda a prepararme espiritual y apostólicamente al gran acontecimiento de la Navidad. Permite que esta meditación me descubra los medios de perseverancia en lo que tengo que poner más atención.

Petición
¡Ven, Señor, no tardes! ¡Ven que te esperamos! ¡Ven pronto Señor!

Meditación 

1- El adviento es el tiempo de la esperanza. Sólo es capaz de esperar aquél que está despierto y vigilante. Hoy suena el despertador en nuestra vida para sacarnos del adormecimiento. Pasamos casi un tercio de nuestra vida durmiendo, añádase a esto el tiempo en que vivimos adormilados y obnubilados. Nuestra mente está embotada por la rutina, la dispersión, el cansancio, el vacío. ¡Velad!, ¡Vigilad!, nos dice el Señor. ¿Cómo velar? Ante todo, sabemos que vela bien precisamente el que ama. Lo sabe la esposa que espera al marido que se ha quedado hasta tarde en el trabajo o que debe volver de lejos después de un viaje; lo sabe la madre que está intranquila porque el hijo todavía no ha vuelto a casa; lo sabe el enamorado que no ve la hora de encontrarse con su amada... El que ama sabe esperar también cuando el otro tarda. Esperamos a Jesús si lo amamos y deseamos ardientemente encontrarnos con Él. Se le espera amando concretamente, sirviéndolo, por ejemplo, en el que está cerca de nosotros, o comprometiéndose en la construcción de una sociedad más justa. Hoy Dios nos despierta para que velemos, para que no dejemos escapar la oportunidad de "vivir nuestra vida" con plenitud. Dios nos regala a raudales su Amor, viene a nuestra vida y quiere aprovechemos a tope los dones que nos da. Estamos a tiempo de hacer que nuestra vida merezca la pena.

2. - "Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve". Pero en nuestro mundo no sólo hay amor, también hay pecado y maldad. E incluso pensamos que la tiniebla domina sobre la luz, el mal sobre el bien. Cuando contemplamos la muerte del hombre y de la naturaleza, cuando vemos las consecuencias del egoísmo, sale de nuestros labios la súplica del salmo: "Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve". Es el grito que dirigimos a Dios desde la desesperanza, el desánimo o la impotencia. Es posible que incluso le pidamos que venga sobre el mundo su castigo para que reaccione, que baje desde el cielo y derrita los montes para imponer la auténtica justicia, como dice el profeta Isaías. Pero el mismo profeta reconoce que Dios es nuestro Padre y sabe que nosotros somos de barro. Por eso se compadece de nuestras miserias y no deja de darnos una nueva oportunidad.

3. - Esperamos un mundo nuevo, pero ¿cuándo vendrá? Sólo será posible desde la compasión hacia el pobre o necesitado, pero además desde la indignación y el decir "¡basta ya!" ante tanta injusticia y miseria. De ahí vendrá nuestro compromiso solidario para construir un mundo nuevo. Sólo será posible si sabemos ser testigos de Dios en la historia, es decir será posible desde el Amor de Dios que transforma nuestras mentes y nuestros corazones. Por eso, le pedimos al Señor que venga pronto para que le conozcamos mejor y le queramos más, para que descubramos sus entrañas misericordiosas, para que transforme radicalmente nuestra vida. Adviento es espera, pero también transformación, conversión.... Nuestra oración "Ven, señor, Jesús" debe ir acompañada por la decisión "Voy, Señor Jesús". Pedimos en este comienzo de Adviento: unos ojos que estén en vela, que sean capaces de mirar a las personas y descubrir en ellas sus alegrías, sus preocupaciones, sus ilusiones, sus tristezas y además una actitud para estar dispuestos a responder a los que nos necesitan.

Propósito
¡Ojalá que le abramos la puerta y le dejemos entrar a nuestra casa esta Navidad! Tenemos cuatro semanas de Adviento para preparar nuestra alma.

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