Alguien dijo que “en la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias”. No le faltaba razón. Muchos premios o triunfos no son más que consecuencias de un trabajo constante y bien realizado.
Resulta muy realista y sabio hablar más de consecuencias que de premios y castigos, como si fueran algo que proviene de lo alto más que ser fruto de nuestro comportamiento. Las consecuencias son el resultado lógico de nuestra conducta.
No entender esto tan elemental produce múltiples decepciones. Claro está que esto no se cumple siempre de modo necesario. También hay gente que es tratada injustamente, pero eso es otra historia.
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