La liturgia diaria meditada – Éstos son mi madre y mis hermanos: quien cumpla la voluntad de Dios (Mc 3, 31-35) 26/01



Martes 26 de Enero de 2016
Santos Timoteo y Tito, obispos
(MO). Blanco.

Timoteo era hijo de padre pagano y madre judía. Su madre y su abuela le inculcaron la fe y el conocimiento de la Sagrada Escritura. Conoció a Pablo y se hizo cristiano, convirtiéndose en un gran colaborador para el apóstol. Tito era pagano, y una vez convertido, también fue un gran evangelizador, a quien Pablo le confió la conducción de comunidades difíciles. Las cartas dirigidas a ellos dos se llaman “pastorales”, porque presentan instrucciones para la tarea pastoral que les tocó a estos encargados de presidir las comunidades.

Antífona de comunión       Sal 95, 3-4
Anuncien la gloria del Señor entre las naciones y sus maravillas entre los pueblos, porque el Señor es grande y digno de alabanza.

Oración colecta    
Dios nuestro, que enriqueciste con virtudes apostólicas a los santos Timoteo y Tito, concédenos, por su intercesión, que viviendo con justicia y piedad en este mundo, merezcamos llegar a la patria celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas      
Acepta, Señor, los dones de tu pueblo ofrecidos en la fiesta de los santos Timoteo y Tito, y concédenos que te agrademos siempre con un corazón sincero. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona       Mc 16, 15; Mt 28, 20
Dice el Señor: “Vayan por todo el mundo, anuncien el Evangelio y yo estaré siempre con ustedes”.

Oración después de la comunión
Te pedimos, Señor y Dios nuestro, que los sacramentos recibidos fortalezcan en nosotros la fe que transmitió la predicación de los apóstoles, y custodió la solicitud pastoral de los santos Timoteo y Tito. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura         2Tim 1, 1-8
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo.
Pablo, apóstol de Jesucristo, por la voluntad de Dios, para anunciar la promesa de vida que está en Cristo Jesús, saluda a Timoteo, su hijo muy querido. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz, que proceden de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo. Doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia pura al igual que mis antepasados, recordándote constantemente, de día y de noche, en mis oraciones. Al acordarme de tus lágrimas, siento un gran deseo de verte, para que mi felicidad sea completa. Porque tengo presente la sinceridad de tu fe, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y estoy convencido de que tú también tienes. Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos. Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad. No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios.
Palabra de Dios.

Comentario
La palabra “apóstol”, significa “enviado”. De esta manera Pablo considera su vida como una misión. Y esto mismo hace que se sienta responsable de las comunidades y personas que ha dejado a cargo de ellas, como es el caso de Timoteo, a quien llama cariñosamente “hijo mío querido”.

O bien:           Tit 1, 1-5

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Tito.
Carta de Pablo, servidor de Dios y apóstol de Jesucristo para conducir a los elegidos de Dios a la fe y al cono-cimiento de la verdadera piedad, con la esperanza de la vida eterna. Esta vida ha sido prometida antes de todos los siglos por el Dios que no miente, y a su debido tiempo, él manifestó su palabra, mediante la proclamación de un mensaje que me fue confiado por mandato de Dios, nuestro Salvador. A Tito, mi verdadero hijo en nuestra fe común, le deseo la gracia y la paz que proceden de Dios, el Padre, y de Cristo Jesús, nuestro Salvador. Te he dejado en Creta, para que terminaras de organizarlo todo y establecieras presbíteros en cada ciudad, de acuerdo con mis instrucciones.
Palabra de Dios.

Sal 95, 1-3. 7-8. 10
R. Anuncien las maravillas del Señor entre los pueblos.

Canten al Señor un canto nuevo, canten al Señor, toda la tierra, canten al Señor, bendigan su nombre. R.

Día tras día, proclamen su victoria, anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos. R.

Aclamen al Señor, familias de los pueblos, aclamen la gloria y el poder del Señor, aclamen la gloria del nombre del Señor. R.

Digan entre las naciones: “¡El Señor reina! El mundo está firme y no vacilará. El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”. R.

Aleluya         Lc 4, 18
Aleluya. El Señor me envió a evangelizar a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos. Aleluya.

Evangelio     Lc 10, 1-9
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados, que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!”. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: ‘El Reino de Dios está cerca de ustedes’”.
Palabra del Señor.

Comentario
Las formas concretas y los procesos pastorales deberán evaluarse según esos criterios característicos del Evangelio vivido en la Iglesia; todo debe hacer a los bautizados más hijos en el Hijo, más hermanos en la Iglesia, más responsablemente misioneros para extender el reino. En esa dirección ha de madurar la religión del pueblo”.

O bien: Lecturas de la feria

Lectura         2Sam 6, 11a. 12-15. 17-19
Lectura del segundo libro de Samuel.
El Arca del Señor se había quedado tres meses en casa de Obededóm. Cuando informaron a David: “El Señor ha bendecido a la familia de Obededóm y todos sus bienes a causa del Arca de Dios”, David partió e hizo subir el Arca de Dios desde la casa de Obededóm a la Ciudad de David, con gran alegría. Los que transportaban el Arca del Señor avanzaron seis pasos, y él sacrificó un buey y un ternero cebado. David, que sólo llevaba ceñido un corto manto de lino, iba danzando con todas sus fuerzas delante del Señor. Así, David y toda la casa de Israel subieron el Arca del Señor en medio de aclamaciones y al sonido de trompetas. Luego introdujeron el Arca del Señor y la instalaron en su sitio, en medio de la carpa que David había levantado para ella, y David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión delante del Señor. Cuando David terminó de ofrecer el holocausto y los sacrificios de comunión, bendijo al pueblo en nombre del Señor de los ejércitos. Después repartió a todo el pueblo, a toda la multitud de Israel, hombres y mujeres, una hogaza de pan, un pastel de dátiles y uno de pasas de uva por persona. Luego todo el pueblo se fue, cada uno a su casa.
Palabra de Dios.

Comentario
El Arca llega a Jerusalén, y David se reconoce siervo del verdadero Rey de Israel, y al mismo tiempo da a su pueblo un sentido sagrado celebrando en comunión la fiesta litúrgica por la presencia del Señor.

Sal 23, 7-10
R. El Señor es el Rey de la gloria.

¡Puertas, levanten sus dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria! R.

¿Y quién es ese Rey de la gloria? Es el Señor, el fuerte, el poderoso, el Señor poderoso en los combates. R.

¡Puertas, levanten sus dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria! R.

¿Y quién es ese Rey de la gloria? El Rey de la gloria es el Señor de los ejércitos. R.

Aleluya         cf. Mt 11, 25
Aleluya. Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños. Aleluya.

Evangelio     Mc 3, 31-35
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Llegaron la madre y los hermanos de Jesús y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de él, y le dijeron: “Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera”. Él les respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”. Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
Palabra del Señor.

Comentario
Hoy Jesús nos invita a formar parte de una nueva familia. Entonces no nos preocupemos demasiado por saber a qué corresponde el nombramiento de los “hermanos de Jesús” al que refiere el texto. Porque desde la proclamación de la palabra de Jesús, sus verdaderos hermanos somos nosotros.

Oración introductoria 
Señor, vengo ante Ti en este momento de oración buscando tener un momento a solas contigo, en silencio. Te consagro todos mis pensamientos, palabras y obras. Concédeme vivir con la ilusión de cumplir hoy, en todo, tu voluntad. 

Petición 
Padre mío, aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad para que renueve minuto a minuto mi opción por Ti. 

Meditación  

Hoy contemplamos a Jesús —en una escena muy concreta y, a la vez, comprometedora— rodeado por una multitud de gente del pueblo. Los familiares más próximos de Jesús han llegado desde Nazaret a Cafarnaum. Pero en vista de la cantidad de gente, permanecen fuera y lo mandan llamar. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan» (Mc 3,31).

En la respuesta de Jesús, como veremos, no hay ningún motivo de rechazo hacia sus familiares. Jesús se había alejado de ellos para seguir la llamada divina y muestra ahora que también internamente ha renunciado a ellos: no por frialdad de sentimientos o por menosprecio de los vínculos familiares, sino porque pertenece completamente a Dios Padre. Jesucristo ha realizado personalmente en Él mismo aquello que justamente pide a sus discípulos.

En lugar de su familia de la tierra, Jesús ha escogido una familia espiritual. Echa una mirada sobre los hombres sentados a su alrededor y les dice: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mc 3,34-35). San Marcos, en otros lugares de su Evangelio, refiere otras de esas miradas de Jesús a su alrededor.

¿Es que Jesús nos quiere decir que sólo son sus parientes los que escuchan con atención su palabra? ¡No! No son sus parientes aquellos que escuchan su palabra, sino aquellos que escuchan y cumplen la voluntad de Dios: éstos son su hermano, su hermana, su madre.

¿Y quién cumplió mejor en esta tierra esa Voluntad de Dios sino María? Su Madre, Ella, la Siempre Fiel. Por eso la puso de modelo. Todo aquel que llegue a cumplir los deseos de su Padre podrá asemejarse a aquella Dulce Madre, Fidelísima a quien se le confiaron tesoros tan grandes. Y así como una vez fue presentada en el Templo para consagrarla totalmente al Señor ahora Ella, de labios de su Hijo, fue confirmada en su ofrenda total ante el Padre celestial, porque sólo Ella ha logrado vivir consagrada plenamente a los deseos del Señor. 

Benditos aquellos que son llamados Hijos de Dios. Pero lo mejor de todo es que cada uno de nosotros, católicos bautizados, también somos hijos predilectos de Dios. Basta con cumplir su voluntad en todo momento. 

Ahora, siempre hay que tomar las palabras de Jesús como verdaderas, de otra forma, nuestra fe no valdría de nada. Y si Cristo dice que quien cumple la voluntad de Dios es su hermano, su hermana y su madre, ¡Yo quiero ser hermano de Jesús! Es cuestión de pensar un momento: ¡Tener a Dios como hermano!… 

Lo que Jesús hace es una exhortación a aquellos que se encuentran allí sentados —y a todos— a entrar en comunión con Él mediante el cumplimiento de la voluntad divina. Pero, a la vez, vemos en sus palabras una alabanza a su madre, Maria, la siempre bienaventurada por haber creído.. 

Propósito 
Pedir luz y fuerza al Espíritu Santo para conocer y cumplir la voluntad de Dios en mi vida. 

Diálogo con Cristo 
Gracias, Jesús, por considerarme como tu hermano, como tu madre, pidiendo simplemente que te ame por encima de todo. Que ponga tu voluntad en primer lugar, porque ésta debe ser siempre mi norma suprema, por encima del ambiente, de las costumbres del mundo, de mis caprichos… Abrazar todo lo que me ayude a cumplir tu voluntad y rechazar lo que me estorbe para seguirla, ése es el camino de la santidad. Señor, dame la gracia de convencerme de que no hay vida más fecunda y hermosa que la que se gasta cumpliendo con tu voluntad santísima. 

16:32

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