En el bautismo de los niños, el sacerdote les dice a sus padres y padrinos: Este niño, nacido de nuevo por el bautismo, se llama y es hijo de Dios. Un día recibirá por la confirmación la plenitud del Espíritu Santo, se acercará al Altar del Señor, participará en la mesa de su sacrificio y lo invocará como Padre en medio de su Iglesia.
En el próximo domingo, fiesta del Bautismo del Señor, y más siendo el Año de la Misericordia, sería bueno que renováramos nuestro bautismo y recordáramos, eso que se nos dijo de niños. Y que agradeciéramos el derecho a participar en la mesa de la comunión que Dios prepara para nosotros, acercándonos a ella con fe de niños y con deseos y misericordia de adultos.
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