El día que me visitaron los de la “Iglesia de la Unificación”

Andaba un servidor esa tarde por la casa parroquial cuando se me presentaron dos individuos amables, educados, y con deseos de charlar tranquilamente con un servidor.

El inicio, la preocupación por la familia, y ahí todo lo que deseen colocar: crisis de valores familiares, parejas rotas, necesidad de apoyar desde la fe a las familias, formar a los jóvenes, preparar a los novios. Qué quieren que les diga, pues muy bien. ¿A quién no le preocupan estas cosas, y más si es el cura párroco?

El caso es que fuimos entrando en detalles hasta que me confesaron que eran miembros de la Iglesia de la Unificación (la del reverendo Moon, para entendernos). Pero bueno, como ellos decían, lo importante es que todos queremos rezar, buscamos a Dios, podemos colaborar en cosas, ayudarnos, porque, en definitiva, hay que buscar todo lo que nos une.

Servidor, como suele decirse, iba dando carrete:

–          Pues qué bien, claro, interesante, colaborar… Muy buena idea. Habría que ver cómo, pero en fin, yo todo lo que sea colaborar y luchar por la familia, pues que muy bien.

Vieron el cielo abierto y soltaron una catarata de propuestas:

–          Hemos pensado que, para empezar, podía venir algún día con gente de la parroquia a nuestro culto.

–          Qué bien…

–          Y, si quiere, no tenemos ningún problema en ayudarle en la formación de novios o en encuentros de familia. Podemos venir a la casa parroquial sin dificultad para dar charlas, formar a los novios, ayudar a los padres.

Llegados a ese punto me pareció momento de dejar las cosas claras:

–          Es decir, que lo que ustedes pretenden es que yo les llene su culto con gente de la parroquia, y, no contentos con eso, les ponga local, calefacción, medios y gente para soltar sus soflamas. Pues va a ser que no. Ahora bien, si de verdad lo que desean es colaborar y se muestran tan abiertos, ya que nosotros llevamos en el pueblo siglos y ustedes acaban de llegar, de momento pueden venir unos cuantos domingos a misa a la parroquia y un servidor puede dar algunas charlas a sus fieles en sus locales sobre matrimonio y familia. Y luego vamos viendo.

Simplemente se levantaron y se fueron. Y nunca más.

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