“En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma y vino una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto“. (Lc 3,15-16.21-22)
Con rasgos sencillos, Lucas nos describe el Bautismo de Jesús.
Nada de solemnidad, ni de capillos, ni de fotógrafos y videos.
Y menos luego la gran fiesta familiar, mientras el bautizado duerme.
“Un bautismo general”. Jesús no es de los que busca privilegios, horarios especiales y sacerdotes particulares.
Jesús es de los que se mete entre la gente.
Jesús es de los que se identifica con la gente.
Se mete entre los pecadores como un pecador más.
Se hace uno de tantos.
La verdad del bautismo no está en la solemnidad sino en el significado espiritual del mismo.
Por eso: El Bautismo marcará a Jesús en lo que será luego su misión.
En adelante, Jesús vivirá con la gente del pueblo.
Vivirá con los débiles y olvidados y marginados y pecadores.
El Bautismo marcará su vida y su estilo de vida.
¿Nos sentimos marcados por nuestro bautismo? Dice el Papa Francisco:
“La fecha del Bautismo es la fecha de nuestro nacimiento a la Iglesia, la fecha en la cual nuestra mamá Iglesia nos dio a luz.
Y ahora os dejo una tarea para hacer en casa.
Cuando hoy volváis a casa, id a buscar bien cuál es la fecha de vuestro Bautismo, y esto para festejado, para dar gracias al Señor por este don. ¿Lo haréis?
¿Amamos a la Iglesia como se ama a la propia mamá, sabiendo incluso comprender sus defectos? Todas las madres tienen defectos, todos tenemos defectos, pero cuando se habla de los defectos de la mamá nosotros los tapamos, los queremos así. Y la Iglesia tiene también sus defectos: ¿la queremos así como a la mamá, le ayudamos a ser más bella, más auténtica, más parecida al Señor? Os dejo estas preguntas, pero no olvidéis la tarea: buscad la fecha de vuestro Bautismo”.
¿Y nosotros sabemos la nuestra? Pues, a buscarla.
“Y mientras oraba”. Para Jesús el bautismo no fue algo externo. No fue un “bautismo de agua” que lavaba por fuera.
Jesús vivió la verdad de su bautismo.
Jesús interiorizó su bautismo.
Jesús personalizó su bautismo.
Por eso lo vivió en oración y no preocupado de las fotos.
¿Cómo vivimos nosotros el bautismo de nuestros hijos?
¿Lo vivimos como una experiencia de Dios, de Iglesia, de hombres nuevos?
“Se abrió el cielo”. Con el bautismo de Jesús se abrió de nuevo el cielo para los hombres, cerrado por el pecado.
Desde entonces cielo y tierra entran en comunión.
Desde entonces Dios y el hombre entran en relación de paternidad y filiación.
“Bajó el Espíritu Santo en forma de paloma”.
Jesús fue saturado interiormente con el Espíritu Santo.
Desde entonces ya no es solo él sino el Espíritu Santo en él.
Desde entonces ya no es él el que decide su vida sino el Espíritu Santo.
Desde entonces el dinamismo de su vida es la vida, la voluntad del Padre.
¿Cómo sentimos nosotros la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas?
¿Sentimos su presencia?
¿Nos sentimos movidos por él?
¿Nos sentimos guiados por él?
¿O es una realidad desconocida de la que ni nos enteramos?
“Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto”.
En el Bautismo se escucha la voz de Dios.
En el Bautismo el Padre revela y manifiesta a Jesús como su “hijo amado”.
Jesús queda marcado por el amor del Padre.
Jesús queda marcado por la experiencia de Dios Padre.
Jesús queda marcado por la experiencia de Hijo.
También Dios habló en nuestro bautismo.
¿Lo hemos escuchado?
¿Nos sentimos marcados por nuestra fe en el amor del Padre?
¿Nos sentimos marcado por nuestra experiencia de hijos amados?
¿Vivimos nuestra fe desde estas experiencias?
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo C, Navidad
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