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“Ellos, viéndolo andar sobre el agua, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al verlo se habían sobresaltado. Pero él les dirige en seguida la palabra y les dice: “Animo, soy yo, no tengáis miedo”. (Mc 6,45-52)
Todos somos demasiado propensos a ver fantasmas.
Ante un reto o desafío, comenzamos a ver el fantasma del miedo.
Ante una meta demasiado alta para nosotros, comenzamos a ver el fantasma del “no se puede y además es imposible”.
Ante el cambio, comenzamos a ver el fantasma de la inseguridad.
Si se trata de tomar el Evangelio en serio, comenzamos a ver el fantasma de que no es para nosotros.
Si nos dicen que estamos llamados a ser santos, comenzamos a ver el fantasma de que eso no es para nosotros.
Nuestra vida está llena de fantasmas.
El fantasma del “yo no puedo”.
El fantasma del “es imposible”.
El fantasma del “qué dirán”.
El fantasma del “ser infiel al pasado”.
El fantasma del “y si me equivoco”.
Son esos fantasmas que nos impiden crecer.
Que nos impiden afrontar los desafíos.
Que nos impiden ser creativos.
Que nos impiden creer en el cambio.
Que nos impiden creer que la Iglesia tiene que rejuvenecerse.
Que nos impiden creer que la Iglesia tiene que caminar con la historia.
Que nos impiden creer que la Iglesia es historia y no archivo del pasado.
Que la Iglesia tiene que comprometerse con el necesitado.
¿Solución?
Aunque sea de noche, creer que es Jesús el que camina sobre las aguas.
Aunque nos parezca todo imposible, creer que es Jesús el que nos habla.
Aunque tengamos miedo, escuchar que Jesús nos dice: “No tengáis miedo, soy yo”.
Es preciso, aunque creamos que todo depende de nosotros, que es Jesús quien nos habla y tranquiliza.
Será necesario descubrir:
¿Cuántos fantasmas hay en nuestras vidas:
que nos paralizan?
que nos impiden avanzar?
que nos impiden tomar decisiones?
¿Cuántos fantasmas hay en la Iglesia que la impiden rejuvenecerse?
¿Cuántos fantasmas hay en la Iglesia que la impiden cambiar?
¿Cuántos fantasmas hay en la Iglesia que la hacen sospechar de todo lo nuevo?
¿Cuántos fantasmas hay en la Iglesia que la impiden abrirse a las llamadas de Dios hoy?
Es necesario saber que:
Aún en la oscuridad, está presente Jesús.
Aún en la oscuridad, tenemos cercano a Jesús.
Aún en la oscuridad y los problemas de la Iglesia, hay un Jesús que la guía.
Aún en la oscuridad y los momentos difíciles de la Iglesia, hay un Jesús que nos dice: “soy yo, no tengáis miedo”.
Todos pasamos por momentos difíciles.
Todos pasamos por noches oscuras.
Todos pasamos por esos momentos en los que todo se ve imposible.
Lo importante es saber que, también entonces Jesús está presente.
Lo importante es saber que, aunque no lo veamos, él está con nosotros.
Cristianos, no tengáis miedo.
Esposos, no tengáis miedo.
Padres, no tengáis miedo.
Hijos, no tengáis miedo.
Sacerdotes, no tengáis miedo.
Religiosos, no tengáis miedo.
Iglesia, no tengas miedo.
Clemente Sobrado C. P.
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