1.- Vive tu vida a fondo, pero sin cálculos. Cuando te entretienes en hacer cálculos terminas enredado y dejas de vivir. Había uno que quería hacer una inversión de unos dinerillos. Hizo tantos cálculos en dónde y cómo invertirlos que cuando tomó la decisión, sus dineros se habían devaluado casi a la mitad. Que no se devalúe tu vida. Vívela.
2.- Vive tu vida a fondo y no calcules tanto sus utilidades. Cuando te interesan más las utilidades que la vida, terminas viviendo tus ganancias, pero te olvidaste de vivir. Tiempo de vivir perdido.
3.- Vive tu vida a fondo y no calcules donde vivirla con mayores rentabilidades. Cuando esclavizas tu vida a su rentabilidad, lo único que logras es que tus rentas sean más importantes que tu vida misma. ¿No te parece que es invertir las cosas? Primero vive tu vida y luego piensa en sus rentabilidades.
4.- Vive tu vida a fondo y no calcules donde sacarás mayores utilidades. La vida no es una inversión sino una gozosa experiencia de ti mismo. Cuando la vida se mide por sus utilidades te encontrarás con vidas totalmente inútiles: y, sin embargo, son vidas tan importantes como la tuya.
5.- Vive tu vida a fondo y no calcules los riesgos. Los riesgos son también una manera de vivir. Arriesgarse es sacar a la luz tus energías, tus posibilidades y tus propias vitalidades. La vida crece viéndola y arriesgándola. Cristo vivió la suya hasta el fondo. Pero arriesgándola por los demás en su muerte.
6.- Vive tu vida a fondo y no calcules las dificultades. Tu vida es más que todos sus obstáculos. La única manera de vivir la vida es jugársela en cada momento, en cada decisión. Lo dijo Jesús: “el que pierda su vida…la encontrará”.
7.- Vive tu vida a fondo y no calcules ni siquiera con la muerte. Hasta la muerte puede ser una manera de vivir. Quien arriesga su vida en servicio de los demás, aún con la muerte como horizonte, se parece a Jesús. Su muerte fue siempre su horizonte final.
Clemente Sobrado C. P.
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