Una de las cosas más graciosas que hago desde hace muchos años es que, al acabar la Semana Santa, llamo por la noche a un cura amigo mío muy progresista y charlamos de cómo nos han ido estos días. La conversación es muy divertida. Siempre hay chascarrillos y anécdotas. Todos los años se nos hace tardísimo conversando entre risas.
Este año los oficios del triduo pascal realmente han ejercido sobre mi espíritu un influjo que ha sido poderoso. Por alguna razón, los he vivido más que nunca. Todo este tiempo sacro ha culminado en una bonita comida hoy con una familia polaca muy buena a la que quiero mucho. Me gusta mucho la comida polaca.
He visto que hoy emitían en la televisión la película Resucitado. Menudo fiasco de película. He visto los primeros cinco minutos por si es que el día que la vi, hace años, es que no me fijé bien. Pero no. Lamentablemente, me fijé bien.
Mañana me espera un día de corregir erratas en mi libro Los hijos de vuestros hijos, y de leer los comentarios que varios lectores me han enviado. También tengo que ir a comprarme unas gafas nuevas. Las que tenía se me cayeron el sábado santo y se rompieron. Tenían ya ocho años. Estoy pensando en unas como las del cardenal de Colonia.
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