He dicho en ocasiones, siempre que ha surgido la posibilidad, que Cáritas tiene una base de voluntarios excepcional. Durante años fui coordinador de Cáritas de arciprestazgo en Madrid y todo lo que vi en las personas colaboradoras de Cáritas no puede ser más positivo: generosidad, entrega, dedicación… Lo que sea. Su único problema ser, espero que se me entienda bien, “demasiado buenos”. Gente del todo extraordinaria. Otra cosa es cuando se va subiendo. Cuanto más se sube, más despropósitos.
El último, o quizá ya haya sido superado, ha sido el de encontrarnos con Cáritas Cataluña como firmante del manifiesto“El català, llengua comuna”. Mucho personal alborotado, cabreado, indignado y hasta el moño. Mucho revuelo en las redes. Tanto, que Cáritas española ha sacado una nota de urgencia quitando hierro al asunto porque, según dicen, lo único que hace el manifiesto es recordar que “el derecho al uso del catalán como lengua propia de Cataluña está recogida tanto en la Constitución Española de 1978 como en el Estatuto de Autonomía de esa Comunidad Autónoma”.
Uno se pregunta cosas. La primera, quizá o sin quizá, es si Caritas no tiene otra cosa mejor que hacer que dedicarse a firmar manifiestos en defensa del catalán. Cáritas, que debería pasar el día denunciando la pobreza creciente, y en Cataluña de manera especial, Cáritas Cataluña que no vemos que denuncie el tremendo recorte en prestaciones sociales como fruto de otras necesidades, como el desarrollo del proceso independentista, Cáritas Cataluña silenciosa, que en su memoria del 2016, la última publicada, pasa de puntillas por el apartado “Comunicació, sensibilització i denuncia”, tan de puntillas que directamente la denuncia NO EXISTE.
Eso sí. Cáritas Cataluña, tan discreta, tan callada, tan complaciente que ni siquiera hace una mínima denuncia en su memoria para no ofender, no tiene problema en aparecer como firmante de un manifiesto sobre el uso del catalán.
Hombre, tampoco es para tanto, me dirán. Es para tanto y más. Porque ese manifiesto, que pretenden vender como algo inclusivo, benévolo y conciliador, es obra de la llamada “Plataforma por la llengua”, tan amable, generosa, democrática y deseosa de construir la paz, que uno puede acceder a su web y consultarla en catalán, occitano e inglés, que no en castellano. Es decir, que es una página anti castellana, anti lengua española. Cáritas Cataluña feliz de estar en ella, con la compañía, entre otros, de una monja contemplativa, sor Lucía Caram, que yo no he visto contemplativa que contemple menos.
Uno tiene que saber lo que firma, cómo lo firma y con qué compañeros de viaje. Con algunos, ni a recoger una herencia. Cáritas, que es la caridad de Cristo, la caridad de la Iglesia católica, la caridad de los últimos, la caridad de todos, no pinta nada en una página que, desde Cataluña, facilita el acceso a sus contenidos en catalán, occitano e inglés, pero no en español, porque esto es apoyar la discriminación y hacer el juego a los que no quieren una Cataluña de todos, sino de ellos y los suyos.
No es fácil ver a Cáritas firmando manifiestos al lado de la Intersindical CSC, cuyo secretario general es Carles Sastre, antiguo militante de Terra Lliure, condenado en su momento a 48 años de cárcel por haberle puesto una bomba en el pecho al empresario José María Bultó Marqués que le costó la vida.
En resumen, que Cáritas Cataluña calla cual eso sobre recortes, pobreza creciente en Cataluña. Calla el dato de que Cataluña, Cataluña, sí, es la comunidad autónoma con mayor índice de pobreza infantil. Pero se siente feliz de reivindicar el catalán del brazo de quienes patean en los morros a todo lo español, a pesar de que casi el 50 % de los catalanes son castellano parlantes. Ya saben: una Iglesia de todos, la caridad para todos.
Me indigna. Sí. Porque quiero a Cáritas, llevo toda mi vida trabajando en Cáritas, Cáritas tiene unos voluntarios excepcionales. Y no se merecen que unos cuantos cantamañanas empañen su dedicación.
Evidentemente, no pasa nada. Hasta que empiece a pasar.
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