La alegría de encontrarte con buenos amigos

Es que es así. Llegas a celebrar misa a cualquiera de las parroquias y ¡ale! SORPRESA. Pero bueno, ¿qué hacéis vosotros aquí? Oigan, que estamos hablando de 80 kilómetros de distancia a Madrid, que ya es un paseíto.

Soy un afortunado en cariño y amigos. Desde el día que tomé posesión de las tres parroquias, y en esa ocasión con muchísima gente, no ha habido ni un solo fin de semana, ni uno solo, en que no haya aparecido algún conocido. Días incluso con nevadas importantes en los que te sorprende una sonrisa amiga de alguien o “alguienes” que tenía ganas de conocer los pueblos y saludar al amigo cura.

La mayor parte, como no podía ser menos, gente de la parroquia de la Beata Mogas, aunque tampoco han faltado amigos que se han acercado desde Guadalix de la Sierra o Navalafuente, parroquias en las que estuve de 1996 a 2005, y asimismo de otros lugares, incluyendo, cómo no, mi pueblo.

También aparecen lectores del blog con el deseo de darnos un abrazo y conocer mis pueblitos para poder ubicarme mejor. Una gran alegría.

Es muy de agradecer. Los curas no somos súper héroes a los que las cosas no nos afectan. Llegas a una nueva parroquia, o a tres, y por más que la gente te acoja con cariño, y en mi caso de manera extraordinaria, es normal que al principio eches en falta muchas cosas, amigos, conocidos, personas con las que se compartieron cosas, gente a la que vas queriendo de corazón. Por eso, y sobre todo al principio, uno agradece mucho las visitas, las llamadas, los guasapes, el recuerdo. Claro que sí.

Todos hemos vivido en algún momento la despedida del párroco. Los sacerdotes somos gente de maleta y obediencia, y, cuando menos se piensa, resulta que D. Fulano marcha a servir a la Iglesia en otro lugar. El final ya se sabe, casi que acabo de vivirlo. Qué pena, D. Fulano, cuánto le vamos a echar de menos, una misa de acción de gracias, algún regalo y se acabó.

D. Fulano llega a su nuevo destino. Todo bien, pero hasta que se va haciendo con la parroquia, con la gente, hasta que se va sintiendo en su lugar, es normal que cueste un poco. Ya. Ya sé que la oración, la entrega a Dios, el sacrificio. Lo sé. Pero entiendan que uno, en medio de la ilusión por la nueva tarea encomendada, pueda sentirse tocadito en algún momento, algo nostálgico y pelín emocionado. Ahí no saben lo que se agradece esa llamada preguntando cómo te encuentras, si la casa está bien, si la gente te ha recibido con afecto. Incluso lo que se agradece la última bobadita a través del WhatsApp.

Me encuentro muy feliz en mis parroquias. Y parte de esa felicidad es que he tenido, tengo, la suerte, de amigos que, desde la distancia se siguen acordando de uno, se acercan por las parroquias, hacen una llamadita saben dar un abrazo o te mantienen en la lista del WhatsApp.

No se olviden de sus curas cuando han dejado la parroquia. En la oración ante el Señor sobre todo, pero también viene bien una llamada o una visita. Ayer, me encontré en La Serna con dos matrimonios de la parroquia de la Beata Mogas. Después, en Braojos, en misa, dos amigos del blog que hoy ya lo son reales. Uno de ellos, por cierto, venía con un espléndido regalo: su compromiso de asistir a la adoración nocturna de Braojos todos los meses. Y no vive cerca… Dios se lo pague.

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06:48

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