Mancomunada cotidianeidad

Hay que tener muchas narices para ponerse uno en jarras delante de toda la Iglesia y proclamar que vas a hacer con tu supuesta reflexión teológica exactamente lo que te dé la gana. Hay que tener todo muy bien colocado para sostener que nada hay absoluto, ser muy Pilatos para afirmar que no hay verdades per se y echar más valor que el Guerra (el torero, no Alfonso) para afirmar que yo soy a la vez teólogo, magisterio y auténtico intérprete de la voluntad de Dios y el evangelio en el tiempo de hoy. Y profeta. Sobre todo, profeta. 

Y el caso es que hay gente que está convencida de ello. Mucha. Pero no tienen narices para soltarlo abiertamente. ¿Y entonces?

Pues entonces resulta que lo que se hace es recurrir a un lenguaje tan rimbombante como vacuo, tan aparentemente culto como ridículo y utilizarlo para dar lecciones de coherencia y fidelidad al evangelio mientras en el fondo lo único que se ofrece es nada, relativismo, pinceladas de new age, y algo tan pasado de rosca como pura post modernidad.

Acabo de leer el comunicado final de un encuentro de teólogos y teólogas de Hispanoamérica y España celebrado en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, en Colombia del 3 al 5 de abril de 2018. Me lo he leído enterito. Hoy es viernes, me estoy preparando un guiso de pollo para comer y, aunque es pascua, entiendo que comer carne exige posterior penitencia. Sea por ello.

Dicho esto, me van a permitir detenerme en algunas frases que me han resultado especialmente divertidas.

“Recepción creativa del Concilio Vaticano II”. Creativa. ¿Se dan cuenta? ¿Y eso qué significa? Pues justo lo que les estoy diciendo: que uno lo interpreta exactamente desde su personal creatividad, es decir, como le sale de las narices, y no como esos fachas, que pretenden hacerlo desde la continuidad con el magisterio de la Iglesia de veinte siglos, y que se aferran a la ley. Pobres.

“La teología católica en el continente americano y en la península ibérica se enfrenta hoy a una nueva fase de su desarrollo científico y eclesial, a partir de una continuidad creativa”. Continuidad, claro, pero siempre creativa. Es decir, si, pero no, quizá, aunque depende, porque lo importante es ser abiertos (ya veremos cómo y a qué) y, sobre todo, creativos, que aquí nos mata ser modernos.

“Interpretación de los signos de los tiempos en los contextos y escenarios nuevos de la globalización”. Vuelve la burra al trigo. Todo depende, todo según, la teología es algo que se acomoda a los contextos. ¡Y la globalización!

La teología, su especificidad y su lugar, reafirmamos que su quehacer, como parte del seguimiento de Jesús bajo el impulso del Espíritu y como un servicio eclesial y social, brota de la cotidianeidad mancomunada del pueblo”. Ya. Que no brota de la revelación, de Dios. Que aquí lo único que vale es la mancomunada cotidianeidad. Esto se lo digo yo a Rafaela y me prepara una tisana por si me ha sentado mal la cena. Sí, si, que Dios es secundario, porque dice también el comunicado de marras que la teología fracasa cuando “el teólogo o la teóloga se desvincula del trato personal y cotidiano con sus interlocutores preferenciales”, que son, no la Santísima Trinidad, sino los pobres. Es decir, no es una teología, sino una reflexión socio-política-religiosa-antropológica-económica. Con su pan se lo coman.

“Surgimiento de las teologías contextuales”. Fantástico. En este contexto la teología es A, en este otro es B, en estotro C… El contexto.

No tengo ganas de seguir. Total, lo que voy a comer hoy es pollo, corrientito, ni siquiera de corral, y acompañado de un vasito de agua. Tampoco me voy a leer el manifiesto cuatro veces. Creo que ya he cumplido con la penitencia. ¿Pero ven lo que pasa? ¿Se dan cuenta del problema? Ni verdades, ni magisterio, ni afirmaciones inmutables. Aquí todo es creatividad, contexto, depende, según y estar con los pobres.

Un encuentro de teólogos y teólogas en Colombia, provenientes de Venezuela, Argentina, Brasil, España, USA, Perú, México, Chile, El Salvador… que, para contarnos estas maravillas maravillosas y la importancia de estar con los pobres, se pueden permitir el lujo de hacerse el viajecito y tomarse unos días libres para reflexionar sobre los nuevos paradigmas eclesiales en el contexto de la mancomunada cotidianeidad. Lo normal de un pobre. 

Y, en prueba definitiva de modernidad, aferrados a los documentos de Medellín, que ya han pasado cincuenta años. Si a estos, en los tiempos del Vaticano II, alguien los mienta la Humani Generis Redemptionem de Benedicto XV, los da una alferecía. En fin…

Amén.

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03:31

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