Yo soy tu estrella, no tu camino.
Tú eres mi estrella, no mi camino.
Pero tú y yo, mostramos el camino.
Tú eres el dedo de Dios que me muestra mi camino.
Yo soy el dedo de Dios que te muestro tu camino.
Por eso tú eres tan importante en mi vida.
Y por eso, yo soy tan importante en la tuya.
Es posible que tú nunca te des cuenta.
Es posible que yo nunca me dé cuenta.
Y a pesar de todo, somos el uno para el otro, la estrella de un camino.
Tu vida no me pude ser indiferente.
Tampoco la mía es indiferente para ti.
De cómo vivamos tú y yo dependerá que ambos logremos nuestra meta.
Nadie sabe cuán importante es la vida de los demás.
Y nadie sabe cuánto bien puede hacer a los demás.
Y nadie sabe cuánto daño puede hacer al otro.
Todos vivimos una interdependencia.
Nuestras vidas se cruzan en el camino.
Y también se encuentran en el mismo camino.
Distintos caminantes, y uno solo es el camino.
Si mi estrella se apaga, enciéndela con la luz de la tuya.
Si tu estrella se apaga, cuenta con la pequeña luz de la mía.
Y así juntos llegaremos a final del camino.
Clemente Sobrado C. P.
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