Me dejaron en Logroño, como a otros sacerdotes amigos, un tomo más de las Obras Completas de Joseph Ratzinger, que son honra y orgullo de mi humilde biblioteca sacerdotal.
Es ya el cuarto tomo que llega a mis recargadas estanterías y, aunque aún me queda por estudiar y meditar algo de los anteriores, me sumerjeré con gusto en esta obra sobre la Iglesia, que me ayudará a mejorar y estimular mi ministerio parroquial.
Y es que el gran teologo y querido Papa siempre aporta, a quien lo estudia, una proofundidad y una luminosidad que ayudan. Porque descubre lo que uno nunca hubiera percibido, razona lo que parece imposible de explicar y motiva la esperanza y el deseo de conocer y de vivir la fe.
Será, sin duda, la lectura de este tomo, un gran banquete teológico más provechoso que los turrones y mazapanes que me alegraron las recién pasadas fiestas navideñas. Espero concluirlo cuanto antes para pedir a sus majestades el siguiente tomo. Que esta comida intelectual abre siempre el apetito.
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