Domund y antidomund

Cosas de un servidor. Me dejan frío los grandiosos proyectos y las opciones grandilocuentes mientras me impresionan, conmueven e interrogan las cosas del día a día.

En esta semana del DOMUND no me impacta en demasía escuchar eso de que todos misioneros y que el anuncio del evangelio es prioridad de toda la Iglesia en caso de que lo siga siendo. Creo que no me impacta a mí ni inquieta a nadie. Nuestros fieles acudirán a los templos, escucharán con resignación un año más lo del DOMUND que ya se lo saben, quizá algún testimonio misionero con mayor o menor fortuna, serán un poco más generosos en la colecta, y hasta el año que viene si Dios quiere.

A mí estas celebraciones me gusta acercarlas al día a día. Ni Rafaela ni Joaquina tienen edad ni posibilidades de marchar a misiones, y no lo harían mal, pero no por eso han de renunciar a su ser misionero en chiquitito.

En nuestras parroquias, en nuestros pueblos, nos vamos quedando solos. Hay que estar ciego y sordo para no reconocer la realidad. Si poco a poco iba disminuyendo el número de los llamados católicos practicantes, ahora con lo de la pandemia es que nos hemos quedado, como se dice, en cuadro.

Las más de las veces el dejar de acudir a misa cada domingo no obedece a causas graves como podría ser la pérdida de fe. Simplemente es abandono, dejadez, comodidad o falta de costumbre. Si preguntásemos estas serían las razones más comúnmente esgrimidas: lo he ido dejando, tengo algunas cosas que hacer, vienen a comer mis nietos, el caso es que antes iba y me gustaba. ¿Y entonces? Pues eso, que lo vas dejando…

Aquí es donde comienza el DOMUND pequeñito de andar por casa. Por el regreso a la Iglesia y el reencuentro con Cristo hace más un rato de charla de Rafaela que todos los sermones del señor cura que no escuchan los que hace tiempo dejaron de pisar la iglesia. Gente conozco que se ha reincorporado a la Iglesia y a la fe gracias a ese vecino, esa vecina que se acercaron con un “pero si tú has ido siempre a misa…”, al que añadieron “no seas perezosa… el domingo vamos juntas”, o “mujer, no vamos a faltar el día de difuntos”. Benditos misioneros que desde su sencillez traen almas a Cristo con su aparentemente mínimo esfuerzo de una palabra y un gesto.

Esto es también misión ad gentes, porque si no hay católicos practicantes, si no hay familias que vivan su fe ¿de dónde saldrán esas vocaciones de entrega a Cristo y los hermanos?

Pero igual que hay un DOMUND chiquito, corremos el grave riesgo de ser el ANTIDOMUND allí donde nos encontramos. Vuelvo a lo de antes. Imaginen que Rafaela y Joaquina, cuando se encuentran con Carmen, que antes iba y luego lo fue dejando, en lugar de decir “anda, que venimos a buscarte el domingo y vamos juntas”, lo que le cuentan es lo pesado que es don Jesús, su párroco, las tonterías que, según ellas, dijo el domingo, que es demasiado serio o tal vez más frívolo de lo necesario siendo sacerdote, que en qué se gastará el dinero. Es verdad que D. Jesús no es el cura perfecto, pero también se puede decir que sí, que tiene sus cosas como todos, pero que a misa no vamos por el cura y que, caramba, tampoco nosotros somos perfectos.

DOMUND y ANTIDOMUND de andar por casa. Existen. Mucho podemos hacer a favor o en contra de la Iglesia y la fe. ¿Dónde estamos?

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07:22

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