Tras la declaración oficial del Portavoz, ha aparecido en La Vanguardia (21-IV-20), la declaración oficial del Presidente de la CEE, Omella. Por supuesto, en la misma línea de la oficialidad imperante, por lo civil y por lo eclesiástico. Tampoco se podía esperar mucho más. El que esperase algo, claro…
Estos dos comunicados en dos días seguidos, significan algo, qué duda cabe. Y voy a intentar entrar ahí, aunque solo sea por “alusiones": bien que no se me cita nominalmente, por supuesto. Pero, como he sido uno de esos a los que el sr. cardenal descalifica, al ser autor de “algunos artículos en los que se critica duramente” el cierre de templos, ahí voy.
En primer lugar aclaro que, por mi parte: NUNCA he criticado a los “sacerdotes que no han abierto los templos", como señala el sr. cardenal en su articulito de LV. NUNCA es NUNCA. Por una razón de peso: ellos no han tomado esa iniciativa: se les ha impuesto. Estoy convencido de que a ningún sacerdote español se le habría pasado por la cabeza semejante medida. Se les ha impuesto desde la cúpula de sus Diócesis.
Y como no creo que el sr. cardenal haya tenido un lapsus: él sabe perfectamente contra quiénes hemos alzado la voz; habrá que entenderlo como un “no darse por aludido", ni él ni ninguno de los responsable que han seguido la propuesta de cierre empresarial, pretendiendo o escondiéndose tras los sacerdotes diocesanos, a los que nadie ha criticado, que yo sepa. Por algo será. Y lo es.
Por tanto, ninguno de los que hemos criticado la medida -inaudita, inesperada, inmisericorde, injusta y sin ninguna justificación, antieclesial, antipastoral e inmoral- hemos roto la “comunión sacerdotal” al hacerlo, como acusa falsamente el buen cardenal.
Por cierto: famosísimo “concepto” el tal “comunión sacerdotal", al que se acude cuando conviene: cuando un sacerdote o religioso va por libre o “se hecha al monte” rompiendo, a modo y conciencia, la “comunión sacerdotal", no he oído a ningún obispo denunciar nada de eso.
Ni siquiera hemos roto la “comunión con los obispos", pues lo que hemos intentado es servirles en bandeja “otra forma, plenamente coherente con nuestro ser Iglesia Católica” de hacer las cosas; a esos mismos obispos a los que nos debemos, por supuesto. Lo mismo que ellos a nosotros, como mínimo. No hemos pretendido nada más. Al menos, en lo que a mí respecta.
Por este motivo, mis artículos han ido siempre contra quienes han dado la orden y en ella se han reafirmado, pues tienen toda la responsabilidad. En exclusiva. A la vez, siempre he alabado a los Obispos que no habían actuado de esa manera, plenamente coherentes con su ser cabeza de la Iglesia Católica en su Diócesis, o “Iglesia local". [Expresión que deploro, por cierto, porque me parece que oculta más que explica: empequeñece, más que engrandece]
Por supuesto, deploro también “el dolor y perplejidad” -según expresión presidencial- que les haya podido causar: faltaría más; porque no era mi intención. Con todo, ya se sabe que para “curar” hay que limpiar las heridas, y eso escuece. Pero no hay más remedio si lo que se pretende es sanar.
También el cerrojazo de las parroquias ha causado muchísimo dolor; y, supongo, en muchísima más gente: obispos no hay tantos. Supongo que son conscientes de ello. Y un dolor de los más profundos, pues nace del núcleo de su más grande y viva unión con Dios: la unión Sacramental: sin Sacramentos no puede haber, y no hay, unión con Él. Esta es la unión más fuerte, porque no es humana: no viene de nosotros hacia Él, sino de Él hacia todos nosotros, Así nos asocia a Él: con los Sacramentos, nos hace y nos eleva a miembros de su misma familia divina: “a esa familia pertenecemos". ¿Se les ha olvidado a estas alturas?
Así me lo han declarado tantos y tantos: ¡es que he visto llorar a más de uno! Y esta es la mejor gente, por supuesto, aclesialmente hablando.
Sigue diciendo el buen cardenal: “no es tiempo de críticas". ¡Anda: igualico que el otro presi, el civil! ¿Cómo que no? Siempre es tiempo de críticas. No en cuanto a criticar por criticar, que no lo digo por eso. Sino que, como Pedro y los demás Apóstoles, non possumus non loqui… “no podemos dejar de hablar…" del Señor, de la Iglesia, de su Doctrina, de su Revelación, del Evangelio, de la Gracia, del pecado, de la Salvación, de la Muerte, del Cielo, del Infierno y del Purgatorio…, se queje el que se queje. Como dicen en Aragón y lo entenderá muy bien el sr. cardenal: “el que se pica, ajos come”.
Y añade: “la actividad y el servicio espiritual no han cesado gracias a las nuevas tecnologías". O sea que, después de dejar al personal sin Misa y sin Sacramentos -no hay servicio espiritual ni mayor ni al margen de este para un Sacerdote; de los obispos ya no oso asegurar nada-, porque NADA puede sustituirlos en el alma de los fieles: el mayor don de la Gracia, pues son sus divinos canales. Nada de esto, subraya, “ha cesado gracias a las nuevas tecnologías” ‘Toma nísperos, Ramona!
O sea, y para entenderme y entendernos. ¿Una Misa en TV es lo mismo que una Misa in situ? ¿Se puede comulgar por internet? ¿Y confesar por videoconferencia, como afirma su colega portugués? ¿Y Bautizar por ZOOM?
¿Pero de qué estamos hablando? ¿Y desde dónde se habla? ¿Y qué se pretende diciendo estas cosas? ¿Justificar lo injustificable? ¿Vendarse la herida -¡falsa!- del “dolor y perplejidad"?¿Vendernos, con el mismo desparpajo de un políticucho cualquiera, la burra matada?
Les han debido llover tal cantidad de críticas, a estos buenos jerarcas que nos (DES)gobiernan en la Iglesia de España, que ya empiezan hasta a pedir perdón -Omella lo hace-, por si acaso se han equivocado; o por una pizca de educacion ciudadana, que aún les debe quedar, parece…
Incluso ya empiezan a hablar de “iniciaremos una nueva etapa de progresiva apertura [igual que el Gobierno civil: van “agarradicos"] (…) de dejar abiertos los templos… para que quien lo desee pueda entrar a rezar, a hablar con un sacerdote o recibir el sacramento de la confesión (…)". Nada de Misas, por supuesto, que de eso ni se sabe: ni se lo han debido plantear siquiera. Están a la espera de lo que vaya diciendo y haciendo el bienhechos tandem Sánchez-Iglesias.
¿Y había que prohibir todo esto, a rajatabla, sin otra consideración que “el bicho” desde hace ya más de un mes? Pero, sin prisa alguna: que nadie se emocione: todo se va a desarrollar en un “lento camino hacia la normalidad"… ¡Clavao con el Sánchez!
Y remata con dos perlitas, que no me resisto a recoger… y “criticar” -con permiso-, en comunión, espíritu constructivo y afán de servicio sacerdotal y espiritual.
La primera: “No estamos solos. Dios nos acompaña". Seguramente, y convencidos totalmente de eso, han cerrado la mayor parte de las iglesias: es que no necesitamos ya ni el Sagrario: todo por internet.
Y remata en la misma línea: “el Señor nos invita a hacer de este mundo una anticipación del mundo que nos espera": Eso sí: de momento, sin Sacramentos siquiera. ¡A pelo! [perdón por la expresión]. ¿Habrá Dios en ese mundo futuro? Para la “nueva iglesia", que ya está en marcha, pues se está demoliendo sillar tras sillar, Dios sobra incluso aquí. Del allí, ni se lo plantean.
Por si alguien tiene alguna duda, he escuchado, en la COPE, las declaraciones de un sacerdote, religioso por más señas, que está acudiendo a reforzar la atención [supuestamente: luego lo explico] sacerdotal en un hospital para los enfermos del “bicho". Y se ha explayado en sus funciones allí, adonde acude dos días por semana: TODAS sus palabras, todas y cada una de ellas, las podía haber dicho, tal cual, un asistente social o un psicólogo…, y hubiese estado perfectamente a la altura de su especialidad y función.
En esto ha quedado ser “sacerdote” y “religioso” en la “nueva iglesia": que se está instalando, sí o sí. Como se han instalado sí o sí las “democracias liberales totalitarias” en Occidente. O sea: marxistas. Con marxismo, por supuesto. ¡Que se lo pregunten a Sánchez! Y a nosotros, que padecemos las consecuencias -nos mojamos porque “nos mojan"-, aunque digamos que “llueve".
En la segunda perlita, nos anima a "reconstruir Europa tras las dos grandes Guerras Mundiales". Aquí reconozco que me he perdido totalmente. No pillo la “parábola". Pero, ¿a q’ viene esto? ¿Acudir a estas alturas a las 2 GM? Como no explica más, no sé por dónde pueden ir los tiros. Supongo que él lo sabrá. O no.
Hermosa declaración del sr. cardenal. Espiritual, intensa, motivada, pastoral, teológica, doctrinal, positiva y esperanzada… Lo dejo aquí, porque cualquier cosa que dijera siempre sería poco.
Amén.
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