La imposibilidad en la práctica de acudir a los templos durante dos meses no ha sido lo peor. Se están jugando muchas cosas en estos momentos y nos tocará, me temo alzar la voz. Si no lo hacemos, gritarán las piedras.
Me permito señalar cosas graves que a mi modo de ver están sucediendo ya y que creo exigirían una respuesta contundente desde la Iglesia española. Las coloco sin orden especial, simplemente según me vienen a la cabeza:
1. Avance prodigioso del laicismo anticatólico. Llevamos semanas viendo como se pisotean los derechos más elementales de los católicos. Las interrupciones de la policía de manera indiscriminada en templos donde se guardaban escrupulosamente las medidas exigidas por el decreto de alerta son del todo inaceptables. Hemos visto, mientras, y seguimos viendo, la exquisita tolerancia ante el islam.
2. Desprecio a la vida en todas sus fases. Asistimos atónitos a una eutanasia evidente en forma de no enviar a los ancianos a los hospitales, protocolos según los cuales a partir de ciertas edades o patologías no se pasa a la UCI. Agilización de los trámites para abortar en algunos lugares.
3. Retirada de las ayudas a centros de educación especial. Esto es considerar a personas de especial vulnerabilidad con menos derechos.
4. Existe una sensación de retroceso en nuestro sistema de libertades. El que en las ruedas de prensa se filtren previamente las preguntas, la supuesta encuesta según la cual la gente quiere que solo exista la información oficial del gobierno, o escuchar al vicepresidente Iglesias que para garantizar la libertad de expresión la prensa debería estar en manos del gobierno no augura nada bueno. Que todo un general de la guardia civil reconozca públicamente que luchan para neutralizar opiniones que desgasten al gobierno no es especialmente tranquilizador.
5. La crisis ecónomica y social puede ser terrible. El paro aumenta por días y las supuestas ayudas no llegan. La supuesta renta mínima garantizada, lejos de dignificar a la persona, puede ser un remedio a corto plazo. Lo contrario es una sociedad de clientes del gobierno que acabará aún con ciudadanos menos libres.
6. Preocupa, me preocupa, que se esté cuestionando de forma reiterativa nuestro sistema político nacido de la constitución de 1978.
7. Me parece que estamos pasando de un espíritu de concordia y tolerancia gestado en la transición a la crispación de la vida política. La tolerancia, el respeto a los derechos de los demás son cosas de otros tiempos. Viva el escrache.
8. Ni me parece bueno que se esté bajando el nivel en la enseñanza como puede pasar ahora con una especie de aprobado general. Cuanta menos formación, más fácilmente se manipula. a los demás.
8. Los niveles éticos están en el subsuelo. En este país se miente, se roba, se calumnia y descalifica al adversario, se forra el personal sin ningún tipo de pudor sin más argumento que los otros también lo hacen y tú más.
7. En lo religioso creo que seguimos en una actitud de demasiada serenidad. Con la que está cayendo en lo social, lo político y lo religioso habría que decir algo medio sensato.
Tenemos un problema serio “ad intra” en la Iglesia consistente en intentar mantener la comunión eclesial como sea, lo que nos está llevando a una mezcla de relativismo y tolerancia, aunque bien es verdad que siempre en la misma dirección. Y “ad extra” el asunto es que no somos nada porque no hablamos de nada, no opinamos de nada, no creamos opinión de nada.
“Ad intra” es urgente clarificar cosas y saber dónde estamos como Iglesia católica. La sensación de muchos fieles es la de estar viviendo de la pura improvisación, de la ocurrencia más ocurrente donde a cada cura u obispo se le viene una cosa a la cabeza y la hace, sea exponer el Santísimo o bailar el ”Resistiré”. No es fácil que se nos tome en serio.
Es encomiable el trabajo que se está haciendo “ad extra” procurando mantener el contacto con los fieles y, especialmente, con la ayuda generosísima a los más tocados por esta crisis. Solo un matiz: no caigamos en eso de decir, que se ha dicho, que más importante que ir a misa es dar de comer. Si caemos ahí seremos simplemente una ONG más. No es lo que Cristo nos pide.
Me parece que nos debería tocar movernos en dos direcciones:
1. Fidelidad a nuestra vocación de bautizados, cultivando nuestra relación con Dios, la vida de la gracia, vida sacramental, y convirtiendo nuestra vida de cada día en una forma de vivir que guarda los mandamientos y practica las obras de misericordia espirituales y corporales. Y todo esto no por libre en cada individuo y comunidad, sino según lo enseña la santa madre Iglesia.
2. Animar a los fieles y animarnos a reivindicar una sociedad justa, fraterna, solidaria, donde los débiles sean de verdad atendidos, las personas respetadas y sea posible una convivencia en paz y libertad.
Me ha salido un poco largo el post. Todavía podría hablar de otras imposiciones como la pretendida comisión estatal de la verdad. Y podría referirme a algo que va a pasar con este post y que pasa cada día ante la discrepancia. Y es responder con el insulto y la descalificación: es que usted es un facha. Mal vamos si es así.
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