Jan Dobraczynsky, en el delicioso libro “La sombra del Padre”, narra el viaje de la Virgen y San José desde Nazaret a Belen. El camino resulta duro y agotador, sobre todo para María, próxima a dar a luz.
San José está preocupado por las dificultades que van pasando y por las que teme encontrar. María le tranquiliza:
-”¿Por qué te preocupas antes de tiempo ? – dijo ella-. No te angusties con suposiciones. El Altísimo no dejará de velar.
Asintió con la cabeza, pero no dijo ni una palabra. Como un relámpago, pensó: ¡Él está velando, pero sin embargo no quiere ahorrarme ningún trabajo! Como si adivinara sus pensamientos, dijo ella.
-No ocurrirá nada que pueda estar en contradicción con Su voluntad. El esta velando y ayudando. A todos. Pero deja que nos afanemos para que pongamos la confianza en Él.
-Me preocupa, sin embargo – dijo él- que llegues a agotarte.
Sintió sobre su brazo la caricia de su mano.
-Él conoce también mi cansancio.
-¿Tal vez no quería que emprendiéramos este camino?.
Ella sonrió.
-Los hombres no son más que hombres, pueden equivocarse. Pienso a menudo que Le gusta enderezar los errores humanos.
Un comentario sigue a esta anécdota que cuenta cómo se divierte Dios…
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A Dios le divierte corregir nuestros errores. Lo malo es que nosotros, muchas veces, pretendemos corregir lo que nos parecen errores suyos. Pobre negocio.
Cuando la visión o el querer de Dios y el mío no coinciden, no es Él quien se equivoca.
Esto que en teoría es fácil aceptar, en la practica, solemos olvidarlo.
A Dios le divierte corregir nuestros errores. Lo malo es que nosotros, muchas veces, pretendemos corregir lo que nos parecen errores suyos. Pobre negocio.
Cuando la visión o el querer de Dios y el mío no coinciden, no es Él quien se equivoca.
Esto que en teoría es fácil aceptar, en la practica, solemos olvidarlo.
Agustín Filgueiras Pita.
anecdonet.com
Juan Ramón Domínguez Palacios
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