29 de diciembre

yo blanco

La Sagrada Familia: Jesús, María y José – Ciclo A, en la octava de Navidad

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (3,2-6.12-14):

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 127,1-2.3.4-5

R/. Dichosos los que temen al Señor
y siguen sus caminos

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,12-21):

Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

Palabra de Dios

Evangelio del domingo

  • Evangelio según san Mateo (2,13-15.19-23), del domingo, 29 de diciembre de 2019

    Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,13-15.19-23):

    Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»
    José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.»
    Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño.»
    Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.

    Palabra del Señor

    __________________________________________ 

    Homilía para la fiesta de la Sagrada Familia en la octava de Navidad.

    En todo el Antiguo Testamento, pero sobretodo en los profetas -Oseas en particular- el amor conyugal es presentado como la imagen por excelencia de la relación entre Dios y su pueblo y como el modelo de toda forma de comunión entre personas. En el Nuevo Testamento este mismo amor conyugal se vuelve la imagen de comunión entre personas en el seno de la Iglesia. Por lo demás, creando el hombre y la mujer a su propia imagen, Dios, los hace seres capaces de comunicación, y cuando su unión produce frutos con la venida al mundo de un niño, ellos reproducen sobre la tierra el misterio de la Trinidad, dónde el Espíritu es el amor que une al Padre y al Hijo.
    En el curso de los otros años litúrgicos (B y C) leemos en la jornada de hoy dos relatos de san Lucas que nos cuentan ambos la subida de Jesús a Jerusalén con sus padres -la presentación de Jesús al Templo por parte de sus padres en un caso; la peregrinación de Jesús a Jerusalén, siempre con sus padres, cuando había cumplido 12 años, en el otro caso. Este año proclamamos el evangelio de Mateo, que nos narra un suceso más dramático: la huida forzada a Egipto.
    Una vez que dos personas que se aman han unido sus destinos con el ligamen del matrimonio, todo lo que sucede a uno lo implica al otro y todas las decisiones de cada uno deben tomar en consideración a la otra parte. Este es el modelo de toda relación humana, también las relaciones de una comunidad. A partir del momento en que estamos ligados los unos a los otros con vínculos de comunión en una comunidad, en una familia, en una institución, etc. todo lo que le sucede a cada uno toca al otro y cada una de nuestras decisiones personales, también las más íntimas, se deben tomar en consideración a los demás hermanos.
    María y José estaban comprometidos al momento de la Anunciación. Siguiendo la recomendación de Dios que le fue comunicada en sueños, José toma a María consigo como su esposa. A partir de aquél momento, la vida del uno y de la otra cambió radicalmente. Juntos subieron a Jerusalén para inscribirse, cuando fue el censo; y el nacimiento de Jesús transformó su vida de manera imprevista.
    Desde su nacimiento, Jesús conoce en su cuerpo la dificultad y las pruebas de los pobres y de los oprimidos, con los que se identificará siempre. Cuántas familias en nuestros días, como en los siglos pasados, están heridas por la guerra, por los traslados forzados de poblaciones, por exilio. Por lo demás, todos los personajes que aparecen en este segundo capítulo del Evangelio de Mateo, son figuras emblemáticas, además de personajes históricos. Los “Magos” representan una humanidad inquieta, a la búsqueda de la salvación, capaz de reconocer a Dios en la historia y dispuesta a salir de sí misma y de su seguridad, para ir al encuentro de Dios. Herodes y su hijo Arquelao representan en vez el poder explotador y opresor, que es celoso de su autonomía y teme perderla, rápido para cualquier crueldad para defender sus privilegios. En un cierto sentido, los personajes más auténticos son María, José y el Niño.
    El Niño y su madre son inseparables. Jesús de alguna manera no es aún separado de su madre. La expresión “el Niño y su madre” aparece tres veces en este breve texto. Después de la partida de los Magos el ángel dice a José: “toma al niño y a su madre y huye a Egipto”. Entonces, de noche, José toma el niño y la madre y se pone en fuga. Algunos años después, el ángel le dice de nuevo: “toma al niño y a su madre y vuelve al país del Israel” José tiene la responsabilidad de velar sobre ellos y protegerlos. Notemos que el ángel no le dice a José a quién recurrir, sino que José tiene que hacer lo que Dios le manda, con sus fuerzas, dejar su trabajo, ir a un lugar que no conoce, integrase, trabajar, etc. La convivencia familiar, amical, de una comunidad o una sociedad, requiere generosidad, esfuerzo y abnegación.
    Esta familia de María, José y Jesús, en su existencia memorable, permanece un modelo muy concreto para cada familia humana. El texto de Pablo en su Carta a los Colosenses (la segunda lectura de este domingo), describe el comportamiento que vuelve armoniosa una vida familiar. Sus recomendaciones prácticas, al final de texto, en particular allá dónde habla de la “sumisión” de la mujer al marido, pertenecen a un contexto cultural diverso del nuestro (y cierto que este texto no es festejado por muchas mujeres de hoy) pero, aun así y todo, si se entiende con lo básico de toda relación: la reciprocidad, conserva su valor a-temporal, se puede entender: la mujer esté sometida al marido y el marido a la mujer. De hecho, toda la primera parte del texto, que es muy bello, describe el comportamiento requerido a todas las personas en el ámbito de una familia, como el ámbito de una comunidad. Porque somos todos los preferidos de Dios, debemos, dice, revestir nuestros corazones de ternura y de bondad, de humildad, de dulzura y de paciencia, soportándonos (no aguantándonos, si no sosteniéndonos, como un ladrillo al otro en una pared) mutuamente y también perdonándonos, cuando tenemos algo que reprocharnos, recordando que nosotros mismos fuimos perdonados por el Señor.
    He aquí un modelo que vale para cada uno de nosotros: jóvenes, parejas con o sin niños, parejas maduras, cuyos hijos ya son adultos, o también para célibes, que viven consientes su vocación.
    Que la Sagrada Familia nos haga crecer en estos sentimientos (ternura, bondad, humildad, dulzura, paciencia…) que tanto necesitamos. Recemos por las familias y pidamos crecer en humanidad.

Let's block ads! (Why?)

08:48
Secciones:

Publicar un comentario

[facebook][blogger]

SacerdotesCatolicos

{facebook#https://www.facebook.com/pg/sacerdotes.catolicos.evangelizando} {twitter#https://twitter.com/ofsmexico} {google-plus#https://plus.google.com/+SacerdotesCatolicos} {pinterest#} {youtube#https://www.youtube.com/channel/UCfnrkUkpqrCpGFluxeM6-LA} {instagram#}

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets