Es verdad que en lo eclesial siempre es momento de nombramientos y eso produce siempre una cierta expectación. Basta que haya que mover a un sacerdote para que los cambios lleguen uno tras otro como en una enorme cesta de cerezas donde tiras de la primera y no hay quien lo pare. Pero no es a esto a lo que quiero referirme.
Lo calentito del verano se nos viene con dos cuestiones que se nos han venido al frente de manera urgente, que ya están produciendo una enorme inquietud en buena parte de la sociedad española y que como iglesia nos afectan.
Acaba de decirnos el presidente de gobierno que es inminente el traslado de los restos de Francisco Franco desde el Valle de los Caídos a lugar por determinar se supone que por la familia, sus nietos en este caso.
Esto es una patata caliente para la Iglesia. Para empezar, hablamos de una basílica, y ahí se supone que nada puede hacerse sin el visto bueno de la autiridad eclesiástica competente, la que sea, que no lo sé ahora mismo. Pero esto es solo el principio, porque la pretensión es reconvertir el Valle de los Caídos en una especie de memorial de la memoria histórica, que, supongo muchos querrán memoria laica, con retirada de la cruz, desacralización de la basílica y marcha de los benedictinos. Ojalá me equivoque, pero es algo que ahí tenemos y que a mucha gente tiene en ascuas. Habrá que estar atentos a próximos acontecimientos. Tal y como están las cosas, que se va a intentar desacralizar el Valle es algo que a nadie nos puede extrañar. Pues a ver qué hacemos.
El otro punto es conocer que se va a tramitar y parece que con bastante rapidez, una ley sobre eutanasia. La Iglesia en esto siempre ha mantenido una línea constante. Supongo que algo deberíamos hacer, porque estas cosas se presentan como bondadosas, como una manera de ayudar a la gente para que no sufra, pero en el fondo no es más que olvidar el derecho a una vida digna para tomar el atajo fácil de facilitar la muerte de ancianos, personas con discapacidad, enfermos crónicos, a los que, en lugar de facilitarles un vivir con dignidad, se les ofrece acabar de una vez.
Dos patatas calientes. El Valle y la eutanasia. Y nos creemos que el verano es siempre tiempo de nada. Este año ya nos podemos preparar, porque estas cosas a los católicos nos afectan.
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