Jueves 28 de Enero de 2016
Santo Tomás de Aquino, presbítero y doctor de la Iglesia
(MO). Blanco.
Tomás estudió con los benedictinos y más tarde en la universidad de Nápoles. Decidido a hacerse sacerdote, tuvo la oposición de su familia, pero a pesar de esto ingresó en la Orden de los Dominicos. Finalmente obtuvo la cátedra de teología y se dedicó a enseñar y escribir, entre sus obras: la Suma Teológica y la Suma contra los gentiles además de comentarios a los evangelios y sermones varios. Su interés fue encontrar la síntesis entre fe y razón, entre filosofía y teología. Murió en el año 1274.
Antífona de entrada cf. Eclo 15, 5
El Señor lo colmó del espíritu de sabiduría y de inteligencia, y lo revistió de su gloria, para que anunciara su palabra en medio de la Iglesia.
Oración colecta
Dios nuestro, que hiciste de santo Tomás de Aquino un modelo de santidad y de doctrina, concédenos la gracia de comprender sus enseñanzas e imitar sus ejemplos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Dios todopoderoso, recibe con agrado este sacrificio que te ofrecemos en la fiesta de santo Tomás de Aquino; que sus enseñanzas nos impulsen a alabarte con todo nuestro ser. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión cf. Lc 12, 42
Este es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su casa para distribuir la ración de trigo en el momento oportuno.
Oración después de la comunión
Te pedimos, Padre, que a tus hijos alimentados con Cristo, Pan de vida, también los instruyas por Cristo, verdadero Maestro, para que, en la fiesta de santo Tomás de Aquino, reciban tu verdad y la realicen en el amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura 2Sam 7, 18-19. 24-29
Lectura del segundo libro de Samuel.
Después que el profeta Natán transmitió la palabra de Dios al rey David, éste fue a sentarse delante del Señor y exclamó: “¿Quién soy yo, Señor, y qué es mi casa para que me hayas hecho llegar hasta aquí? Y como esto te pareció demasiado poco, también le has hecho una promesa a la casa de tu servidor, para un futuro lejano. ¿Es esto lo que haces habitualmente con los hombres, Señor? Tú has establecido a tu pueblo Israel para que sea tu pueblo eternamente, y tú, Señor, eres su Dios. Y ahora, Señor Dios, confirma para siempre la palabra que has pronunciado acerca de tu servidor y de su casa, y obra conforme a lo que has dicho. Que tu Nombre sea engrandecido para siempre, y que se diga: “¡El Señor de los ejércitos es el Dios de Israel!”. Y que la casa de David, tu servidor, esté bien afianzada delante de ti. Porque tú mismo, Señor de los ejércitos, Dios de Israel, te has revelado a tu servidor, diciendo: “Yo te edificaré una casa”. Por eso tu servidor se ha atrevido a dirigirte esta plegaria. Ahora, Señor, tú eres Dios, tus palabras son leales y has prometido estos bienes a tu servidor. Dígnate, entonces, bendecir la casa de tu servidor, para que ella permanezca siempre en tu presencia. Porque tú, Señor, has hablado, y con tu bendición la casa de tu servidor será bendita para siempre”.
Palabra de Dios.
Comentario
David reconoce que Dios estará siempre con él y su familia; sabe que Dios se ha comprometido y no faltará a su promesa. David, en una oración de fe, reconoce la grandeza de Dios y la gracia de esta elección.
Sal 131, 1-5. 11. 13-14
R. El Señor le dará el trono de David.
Acuérdate, Señor, en favor de David, de todos sus desvelos, del juramento que prestó al Señor, del voto que hizo al Fuerte de Jacob. R.
No entraré bajo el techo de mi casa ni me acostaré en mi propio lecho; no daré descanso a mis ojos ni reposo a mis párpados, hasta que encuentre un lugar para el Señor, una Morada para el Fuerte de Jacob”. R.
El Señor hizo un juramento a David, una firme promesa, de la que no se retractará: “Yo pondré sobre tu trono a uno de tus descendientes”. R.
Porque el Señor eligió a Sión, y la deseó para que fuera su Morada. “Este es mi Reposo para siempre; aquí habitaré, porque lo he deseado”. R.
Aleluya Sal 118, 105
Aleluya. Tu palabra es una lámpara para mis pasos, y una luz en mi camino. Aleluya.
Evangelio Mc 4, 21-25
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús decía a la multitud: “¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!” Y les decía: “¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene”.
Palabra del Señor.
Comentario
“La lámpara, símbolo de la luz, representa la Buena Noticia que debe ser proclamada sin miedo, ‘a tiempo y a destiempo’, para que toda la humanidad se beneficie de su resplandor. Esta Palabra, que los enemigos del proyecto de Dios habían ocultado y encubierto, ahora es revelada por Jesús”.
Oración introductoria
Señor, te doy gracias por tu inmensa bondad que me permite acercarme a Ti en la oración. Ayúdame a vivir para Ti, conforma mi vida contigo, de modo que esté siempre unido a Ti y pueda ser una criatura nueva.
Petición
Señor, concédeme la gracia de vivir siempre con fe y caridad y dar testimonio de ello a los demás.
Meditación
Hoy, Jesús nos explica el secreto del Reino. Incluso utiliza una cierta ironía para mostrarnos que la “energía” interna que tiene la Palabra de Dios, la fuerza expansiva que debe extenderse por todo el mundo, es como una luz, y que esta luz no puede ponerse «debajo del celemín o debajo del lecho» (Mc 4,21).
La Sagrada Escritura hay que saber interpretarla debidamente, con la ayuda del Espíritu Santo, recurriendo a pasajes paralelos, a la interpretación de los Santos Padres, el Magisterio de la Iglesia, y los teólogos y escrituristas. Y es necesario que la versión, o tradución, que se haga de la Biblia sea comprensible para que facilite la correcta interpretación.
Jesús les habla en parábolas para que comprendan mejor, pero es inútil, porque no entienden ni quieren entender, y en ellos se cumple la profecía de Isaías que se incluye en el texto de Mateo. O sea, no les habla en parábolas para que no entiendan sino todo lo contrario, para que entiendan mejor. ¿No pasa esto mismo hoy a muchos que no se enteran de nada, porque no quieren enterarse? Y eso aunque se les explique mil veces, y con todos los ejemplos del mundo. No hay más sordo que el que no quiere oír.
¿Acaso podemos imaginarnos la estupidez humana que sería colocar la vela encendida debajo de la cama? ¡Cristianos con la luz apagada o con la luz encendida con la prohibición de iluminar! Esto sucede cuando no ponemos al servicio de la fe la plenitud de nuestros conocimientos y de nuestro amor.
El Evangelio es un santo arrebato de Amor apasionado que quiere comunicarse, que necesita “decirse”, que lleva en sí una exigencia de crecimiento personal, de madurez interior, y de servicio a los otros.
No podemos permitir que la Palabra que Cristo sembrada en nuestros corazones sea arrebatada, por los pájaros del desinterés, las ambiciones, el aprovechamiento de los demás, la dureza de corazón frente al dolor de los demás, el orgullo de creernos superiores.
Debemos limpiar nuestro corazón de todos esos pedruscos de la inconstancia que no permiten que la Palabra eche raíces profundas. ¡Cuántas promesas hacemos! ¡Cuántos propósitos que no cumplimos!
Cristo nos mide con la vara de su misericordia, de su amor, nos perdona siempre y nosotros a veces somos muy duros para juzgar a los demás. Respondamos a Cristo con ese amor a los que están más cerca de nosotros, midiendolos con los ojos de Cristo, con amor y caridad.
Que la luz de Cristo brille siempre en nosotros, para que podamos dar a los demás ese reflejo de Dios.
Propósito
Hacer todo movido por el amor a Dios, con pureza de intención, confiando que con Él todo es posible.
Diálogo con Cristo
Gracias, Señor, por esta meditación que me recordó que debo ser luz para los demás y eso sólo lo voy a lograr si Tú vienes a hacer tu morada en mí. Quiero hacer todo movido por el amor, únicamente así tendré la fuerza para amar a los demás con sinceridad, con desinterés, con pureza de intención, sin esperar nada a cambio.
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