Sí. Jubilado por lo civil, que no por lo canónico, porque un servidor cumple hoy 65 años y tras más de cuarenta y uno cotizados, he solicitado mi jubilación y mi paso a la categoría de pensionista desde el día de hoy.
¿Y cuál es la diferencia? Por lo civil, servidor es un trabajador más, que lleva cotizando más de cuarenta años y que a partir del día de hoy tiene derecho a jubilación y pensión correspondiente. Como todo el mundo. Otra cosa, aquí viene lo canónico, es que, sintiéndome de salud como un roble, siga al frente de las parroquias hasta que las fuerzas puedan y el obispo demande. No es tan complicado.
Es un regalo de Dios cada año de vida que se nos concede, aunque a mí me pasa que algunos me han tocado de forma especial. Tengo amigos, por ejemplo, que se deprimieron al convertirse en cuarentones. En mi caso, tanto los cuarenta como los cincuenta me cayeron bien. No así los sesenta, que me sentaron como patada sin necesidad de precisar el sitio. Hoy, los sesenta y cinco, me han dejado un tanto perplejo.
Sesenta y cinco años. ¡Válgame Dios! Jubilado, pensionista. Con derecho a abono transporte de la tercera edad. Y el caso es que me siento bien, hecho un mozo.
La mejor herencia recibida de mi familia es la genética, según nos recuerda algunas veces un familiar médico de profesión. Mi madre murió a punto de cumplir los cien años, la abuela con noventa y siete y los tíos por ahí se andaban. Por parte de mi padre, sin llegar a tanto, también gozaron de una buena esperanza de vida. Esto, unido a esa pastillita que te recetan y que va colocando pequeños remiendos a las primeras goteras, hace que uno se meta en años con calidad de vida más que aceptable. Mejor estaría con algunos kilos de menos, pero ya se sabe eso de que la perfección es fascista, y hasta ahí podíamos llegar.
Dicho esto, afronto el día de hoy con una necesaria acción de gracias. Siempre me he sentido muy cuidado por Dios. Ahora mismo, cuando digo que estoy muy bien, pero a la vez reconozco que uno no tiene las fuerzas de los veinte años, el Señor ha tenido el detalle de colocarme en unas parroquias entrañables, donde tengo actividad pero no agobio, y me siento querido por la gente, y ha puesto a mi disposición una comodísima casa parroquial con un jardín que disfruta muy especialmente Socio.
El día de hoy será un día corrientito. Con sus papeles y gestiones, con misa, rosario y exposición del Santísimo, que hay que celebrar el mes del Sagrado Corazón como Dios manda. Lo único extra es que no voy a comer solo. Pasaré a buscar a Cándido, fiel sacristán, a quien algunos habéis conocido personalmente, hombre bueno, fiel, amigo, y nos iremos a comer por ahí los dos para celebrar el día. Y a Socio le ofreceré alguna cosita especial, dulce no, que no puede, pero sí algo para que celebre el cumple de su dueño.
Os pido una oración. Sobre todo, que no os olvidéis de esa avemaría por las parroquias y por su párroco. Que el Señor me conceda seguir siento sacerdote, muy sacerdote, a su servicio y al servicio de la salvación de las almas. Amén.
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