Treinta cochinas monedas

No necesitó más Judas para entregarlo. Apenas treinta monedas de plata que ardieron en sus manos, su corazón y su conciencia. Treinta monedas de plata que no pudo soportar y que acabaron arrancándole la vida. Resultó barata la traición.

En el evangelio de ayer, miércoles santo, pudimos escuchar una terrorífica frase de Jesús: “¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.” Cristo entregado otra vez, cada día.

Entregado por los políticos, que reniegan de dos mil años de cultura cristiana en Europa, solo por conseguir mantener un escaño, un puesto, un sueldo, un lugar. Escaños, puestos y sueldos comprados a precio de sangre del no nacido, a precio de la destrucción de la antropología más básica, de mentira, engaño, manipulación, desprecio del pobre.

Entregado por nosotros, los llamados vulgarmente gente de Iglesia, aterrados por no se sabe muy bien qué y que hemos ido bajando intensidad en la vida, la predicación y la denuncia por no perder quizá comodidades tan nuestras. Cristo entregado a precio de silencios, medias sonrisas, acomodación a los tiempos presentes, justificación de lo, quizá, injustificable, en definitiva, la infidelidad de los que deberíamos ser testigos, el poco celo por las almas.

Entregado por tantos católicos, quizá hasta de los pomposamente llamados practicantes, pero que no acaban de desprenderse del afán de dinero, de la murmuración, del menosprecio del pobre, atados, quién sabe, si a relaciones que saben no les son permitidas.

Entregado por gente educadas en la fe pero que encontraron caminos aparentemente más sencillos, más gratos y reconfortantes en el día a día.  

Entregado en conventos y monasterios que dormitan en una imposible supervivencia, resignados a un “esto es lo que hay”. Entregado por nosotros, curas párrocos, apuntados a la rutina de un “ir haciendo lo que se puede”, sabiendo que es nada.

Entregado tantas veces cuando pretendemos hacer compatible la fe con absolutamente todo lo que se nos ocurra o nos apetezca.

“¡Ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.”

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03:21

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