Desayuno: Después de las laudes, un bowl de cereales en forma de aros pequeñitos, Cheerios. Un cuadradito de chocolate. Veo un trozo de un capítulo de Los Simpsons, grabado, donde Homer se va con su abuelo a Cuba.
Mañana: Trabajo en una pequeña añadidura en mi libro sobre el obispo francés. Está ya casi a punto de salir del horno.
Almuerzo:Sopa de cebolla. Plato único, he hecho demasiada cantidad. Ahora me arrepiento. Debería haber tomado la mitad y haber dejado el resto para la cena. Acabo de ver el capítulo de Los Simpsons, continúo donde lo había dejado. Me da tiempo a ver el comienzo de otro capítulo.
Tarde: Hoy no tengo hospital. Trabajar hasta las 5:45 en que me iré a la catedral a hacer un rato de oración mental. Me gusta rezar el breviario paseando por las naves laterales.
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Afortunadamente, el libro sobre las plagas de Egipto se va a publicar con una buena editorial religiosa. Ha sido una feliz noticia, porque esa editorial tiene mucha difusión. Pero eso significa que tendréis que esperar a leerlo en forma digital.
No sé si os lo dije, (no es por vanidad, pero es que mi memoria ya no es lo que era) pero este año ya son diez las lenguas en que se ha publicado mi obra. En 2019 ha sido en rumano, húngaro y croata. (Alguno en esos países no va a poder dormir alguna noche tras leer algún capítulo, je, je.) Pero os aseguro que nada me produce más placer, de verdad, que mi página Biblioteca Forteniana.
Alrededor del año 2000, me deleitaba pensando en un club de lectura que se reuniese en Madrid y con los que me pudiera reunir. La parte de los comentarios del blog es lo más parecido a eso. Con trolls pululando entre las líneas, pero, a cambio con buenas personas que me leen, sintiendo la bondad de la que me rodean esas lejanas personas.
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