Me parece que la imagen más feliz de la ternura es la de la madre −o el padre− cuidando de su hijo en brazos. En los viajes largos en avión me impresiona siempre comprobar cómo unos padres pueden estar durante ocho o nueve horas seguidas totalmente pendientes de su hija o de su hijo pequeño. No piensan que estén haciendo nada extraordinario: advierten cualquier gesto o síntoma que requiera alguna acción por su parte: alimentación, movimiento, cambio de pañal o lo que sea.
Me deslumbró hace tres años la lectura del libro de Carolina del Olmo ¿Dónde está mi tribu? Maternidad y crianza en una sociedad individualista. Se trata de una filósofa madrileña que se lanzaba a pensar con valentía acerca de la maternidad a raíz del nacimiento de su primer hijo en el año 2009 (desde entonces ha tenido dos hijos más). Es un libro revolucionario porque denuncia la pobre acogida de la maternidad en nuestra sociedad −el menosprecio, diría yo más bien, de la maternidad, sobre todo en el imaginario de muchas mujeres jóvenes− e introduce en el horizonte la «lógica del don» −del darse− que tanto contrasta con la «lógica del interés», con el egoísmo individualista quizá predominante en nuestra cultura occidental. Del Olmo defiende el cuidado −que es otro nombre para la ternura− como un elemento central de la experiencia humana.
En ese libro encontré una maravillosa cita de Santiago Alba: «¿Para qué sirven los niños? Para cuidarlos; es decir, para volvernos cuidadosos» (Leer con niños). De eso se trata, de volvernos cuidadosos, de cuidarnos unos a otros. No solo de cuidar a los niños y a los ancianos; también los jóvenes y los adultos deben aprender a cuidar y a dejarse cuidar −que muchas veces es más difícil, como ha escrito mi maestro Alejandro Llano−: tanto jóvenes como adultos deben aprender a cuidarse unos a otros y a tratarse con ternura. Como leí en un whatsapp: «Amar es cuidar. Así de simple. Así de profundo».
En este sentido, otro libro que me ha impactado en estos últimos años —ya desde el propio título— es el del filósofo escocés Alasdair MacIntyre, Animales racionales y dependientes. Frente a la imagen moderna del hombre autónomo, aislado y solitario, MacIntyre pone de manifiesto que dependemos unos de otros no solo en la infancia o en la ancianidad, sino a lo largo de toda la vida, tanto en el ámbito familiar como en el social.
Jaime Nubiola
Jaime Nubiola

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