Cuando el otro día hablaba de las fobias de Vidal y Bastante hacia los obispos que no les ríen las gracias, refiriéndome en concreto al vergonzoso trato que dispensan al arzobispo de Burgos, no faltaron amigos y comentaristas que me sugirieron olvidarme de estos dos porque, según mis amistades, es hacerles publicidad y no merece la pena.
Error. Gran error. Si hay gente que anda por la vida amenazando, lanzando acusaciones o medias acusaciones, sugiriendo, dejando caer cosas, inventando historias, es gracias a los que callan o incluso sonríen benévolamente por si las moscas.
Hace años encontré en un libro de cuyo nombre no quiero acordarme una frase introductoria sobre silencio y silencios que me impactó:
CALLAR…
…de sí mismo, es humildad.
…los defectos ajenos es caridad.
…las palabras inútiles es penitencia.
…a tiempo es prudencia.
…en el dolor es heroísmo.
…de los pícaros es encubrimiento.
A esto me atrevo a añadir algo: sonreír ante las artes del pícaro es complicidad. Darle dinero para sus trapacerías es financiar sus delitos.
Publicar un comentario