Martes 02 de Octubre de 2018
Los Santos Ángeles Custodios
(MO). Blanco.
Martirologio romano: Memoria de los santos Ángeles Custodios, (conocidos como Ángeles de la Guarda), quienes, llamados en el primer lugar a contemplar el rostro de Dios en todo su esplendor, también fueron enviados por el Señor a los hombres, para acompañarlos y ayudarlos con su presencia invisible pero bastante atentos.
Antífona de entrada Dn 3, 58
Ángeles del Señor, bendigan al Señor, alábenlo y glorifíquenlo eternamente.
Oración colecta
Dios nuestro, que en tu admirable providencia envías a tus santos ángeles para custodiarnos; concédenos contar siempre con su protección y gozar eternamente de su compañía. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor Dios, los dones que te presentamos en honor de tus santos ángeles; y por su constante protección líbranos de los peligros presentes y llévanos a la alegría eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Sal 137, 1
Te cantaré en presencia de los ángeles, Dios mío.
Oración después de la comunión
Padre celestial, guía por el camino de la salvación y de la paz, bajo la custodia de tus ángeles, a quienes alimentas con estos sacramentos de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Jb 3, 1-3. 11-17. 20-23
Lectura del libro de Job.
Job rompió el silencio y maldijo el día de su nacimiento. Tomó la palabra y exclamó: ¡Desaparezca el día en que nací y la noche que dijo: “Ha sido engendrado un varón”! ¿Por qué no me morí al nacer? ¿Por qué no expiré al salir del vientre materno? ¿Por qué me recibieron dos rodillas y dos pechos me dieron de mamar? Ahora yacería tranquilo, estaría dormido y así descansaría, junto con los reyes y consejeros de la tierra que se hicieron construir mausoleos, o con los príncipes que poseían oro y llenaron de plata sus moradas. O no existiría, como un aborto enterrado, como los niños que nunca vieron la luz. Allí, los malvados dejan de agitarse, allí descansan los que están extenuados. ¿Para qué dar a luz a un desdichado y la vida a los que están llenos de amargura, a los que ansían en vano la muerte y la buscan más que a un tesoro, a los que se alegrarían de llegar a la tumba y se llenarían de júbilo al encontrar un sepulcro, al hombre que se le cierra el camino y al que Dios tiene acorralado por todas partes?
Palabra de Dios.
Comentario
Job expresa el hondo pesar de quien no encuentra sentido a su vida y prefiere la muerte. Sus palabras reflejan el dolor de tantos hombres y mujeres que se ven agobiados por el peso de su vida. En un contexto religioso sin perspectiva de resurrección, Job preferiría no haber nacido. Su dolor es el dolor de tantos inocentes que no encuentran consuelo.
Sal 87, 2-8
R. ¡Que mi plegaria llegue a tu presencia, Señor!
¡Señor, mi Dios y mi salvador, día y noche estoy clamando ante ti: que mi plegaria llegue a tu presencia; inclina tu oído a mi clamor! R.
Porque estoy saturado de infortunios, y mi vida está al borde del Abismo; me cuento entre los que bajaron a la tumba, y soy como un hombre sin fuerzas. R.
Yo tengo mi lecho entre los muertos, como los caídos que yacen en el sepulcro, como aquellos en los que tú ya ni piensas, porque fueron arrancados de tu mano. R.
Me has puesto en lo más hondo de la fosa, en las regiones oscuras y profundas; tu indignación pesa sobre mí, y me estás ahogando con tu oleaje. R.
Aleluya Mc 10, 45
Aleluya. El Hijo del hombre vino para servir y dar su vida en rescate por una multitud. Aleluya.
Evangelio Lc 9, 51-56
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: “Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?”. Pero él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.
Palabra del Señor.
Comentario
¡Cómo cuesta vencer las rivalidades étnicas, culturales o de clase! Los mismos discípulos de Jesús piden castigo para los samaritanos. Nosotros hoy tal vez no nos animamos a admitirlo en voz alta, pero hay algún grupo o sector de la sociedad al que rechazamos y consideramos menos digno de la salvación. Y Jesús, el Ungido servidor, quiere ofrecer su mensaje a todos, y con todos formar una familia.
Oración Introductoria
Padre bueno, que fácilmente juzgo a los demás en vez de estar más alerta sobre mi propio comportamiento, por eso yo si quiero recibirte hoy en mi corazón, sé que tu presencia en mi vida logrará cambiar las actitudes negativas que me alejan de la santidad.
Petición
¡Ven Señor Jesús! Transforma mi debilidad en fuerza de amor.
Meditación
Hoy, en el Evangelio, contemplamos cómo «Santiago y Juan, dijeron: ‘Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?’. Pero volviéndose, les reprendió» (Lc 9,54-55). Son defectos de los Apóstoles, que el Señor corrige.
Cuenta la historia de un aguador que, en los extremos de un palo que colgaba en sus espaldas, llevaba dos vasijas: una era perfecta y la otra estaba agrietada, y perdía agua. Ésta —triste— miraba a la otra tan perfecta, y avergonzada un día dijo al amo que se sentía miserable porque a causa de sus grietas le daba sólo la mitad del agua que podía ganar con su venta. El trajinante le contestó: —Cuando volvamos a casa mira las flores que crecen a lo largo del camino. Y se fijó: eran flores bellísimas, pero viendo que volvía a perder la mitad del agua, repitió: —No sirvo, lo hago todo mal. El cargador le respondió: —¿Te has fijado en que las flores sólo crecen a tu lado del camino? Yo ya conocía tus fisuras y quise sacar a relucir el lado positivo de ellas, sembrando semilla de flores por donde pasas y regándolas puedo recoger estas flores para el altar de la Virgen María. Si no fueses como eres, no habría sido posible crear esta belleza.
Podemos llamar a este pasaje "el evangelio del perdón sincero". Cristo manda a sus apóstoles a prepararle el camino, para avisar a la gente de ese pueblo que iba a parar allí.
Pero esas personas de Samaría, en lugar de descubrir a Cristo entre el grupo de viajeros, sólo se fijaron en que "tenían intención de ir a Jerusalén". En ese tiempo los samaritanos no se hablaban con los demás judíos que bajaban a Jerusalén. Por eso los apóstoles le preguntan si quiere que pidan que les caiga fuego del cielo. Esta propuesta de los apóstoles molestó más a Cristo que la ofensa recibida por el pueblo. ¿No vino Cristo a predicar el perdón? ¿No vino Cristo a morir por amor a toda la gente de ayer, de hoy y de siempre, para salvarnos y llevarnos al cielo? ¿Cómo, pues, iba a permitir que una pequeña ofensa mereciera un castigo así de grande? No. Y dice el Evangelio que Cristo les reprendió enérgicamente.
Partimos del momento en que Jesús decide emprender su última peregrinación a Jerusalén. San Lucas anota: "Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén". Mientras "asciende" a la Ciudad santa, donde se llevará a cabo su "éxodo" de esta vida, Jesús ve ya la meta, el Cielo, pero sabe bien que el camino que lo lleva de nuevo a la gloria del Padre pasa a través de la Cruz, a través de la obediencia al designio divino de amor por la humanidad.
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que "la elevación en la Cruz significa y anuncia la elevación de la ascensión al cielo". También nosotros debemos tener claro, en nuestra vida cristiana, que entrar en la gloria de Dios exige la fidelidad cotidiana a su voluntad, incluso cuando esto requiere sacrificio, requiere a veces cambiar nuestros planes. La Ascensión de Jesús ocurre concretamente en el Monte de los Olivos, cerca del lugar donde se había retirado en oración antes de la pasión, para permanecer en profunda unión con el Padre: una vez más, vemos que la oración nos da la gracia de vivir fieles al proyecto Dios.
Todos, de alguna manera, somos vasijas agrietadas, pero Dios conoce bien a sus hijos y nos da la posibilidad de aprovechar las fisuras/defectos para alguna cosa buena. Y así el apóstol Juan que hoy quiere destruir, con la corrección del Señor se convierte en el apóstol del amor en sus cartas. No se desanimó con las correcciones, sino que aprovechó el lado positivo de su carácter apasionado para ponerlo al servicio del amor. Que nosotros también sepamos aprovechar las correcciones, las contrariedades -sufrimiento, fracaso, limitaciones- para “comenzar y recomenzar”, dóciles al Espíritu Santo para convertirnos a Dios y ser instrumentos suyos.
Propósito
Perdonemos hoy a aquel que nos ofenda, a ejemplo de Cristo, que murió en esa Cruz y se ofreció como víctima al Padre tanto por los que le iban a amar como por los que le iban a crucificar.
Diálogo con Cristo
Jesucristo, quiero recibirte en mi interior con sencillez, apertura y humildad. Me pongo de rodillas ante Ti y te digo que acepto tu Reino. Quiero configurar toda mi vida con tu Evangelio. Quiero cambiar mis criterios, mis reacciones altaneras, para que todo lo haga por amor. Quiero saber agradecer y valorar a tantas personas santas que has puesto en mi camino. Dame tu gracia para que todo esto sea posible.
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