Cuánto despistado o lo que sea, que no voy a entrar en ello, que aparece por cualquier blog con la vana pretensión de dictar sus normas y criterios sobre su funcionamiento.
Hay un grupo, numeroso o no es lo mismo, que vamos a llamar de los doctrinarios. Son esos que te sacuden porque unas veces no eres suficientemente ortodoxo, otras porque lo eres más de la cuenta, te zumban por omitir cuestiones supuestamente de extrema gravedad o intentan zaherirte por plantear lo que entienden nimiedades.
Viene el grupo ahora de los rasga vestiduras. Las hay que viven cubiertos de harapos y jirones en sus laicales o clericales vestimentas. Viven permanentemente escandalizados ¡cómo lo aguantarán! porque servidor es atrevido por contar lo que todo el mundo sabe porque publicado está, se alborotan porque no aplaudo lo que entienden que debería jalear y andan mosqueados porque tengo la mala costumbre de decir lo que pienso. Muy mala, por lo visto.
Siguen los ad hominem, que tampoco son moco de pavo. Estos se dedican a observar con mirada de lechuza y ojos de águila la vida pastoral de un servidor. Si no hablo de lo que uno hace y entiende, sueltan eso tan original de mucho predicar y poco dar trigo y que mejor me lo aplique. Si explico alguna de mis ocurrencias, con mayor o menor fortuna, entonces deciden que me dedico al autobombo.
Podemos continuar por los de inteligencia preclara, que son esos que se dan cuenta perfectamente de que escribes A para que se entienda B, aunque en realidad quieres decir C, aunque solo aparentemente, ya que tú siempre has pensado D y E.
O por los del santo e inconmovible prejuicio según el cual todo lo que escribes, aunque sea el horario de misas, en realidad es un ataque al papa.
Tenemos luego el gravísimo problema de los comentarios. Aquí se podría hablar el abanico de las subespecies. Servidor, como todo el mundo, en su blog decide qué hace con ellos. Punto. Es cosa mía. Los hay, simpáticos ellos, que pretenden que los comentarios no se moderen y sean de publicación instantánea. Son los que están deseando algo así para acudir a volcar sus frustraciones y complejos en forma de insultos y porquería. Otros pretenden dejar sus elucubraciones más o menos acertadas y que un servidor responda con una tesis doctoral, tesina al menos, a cada una de sus argumentaciones. No falta quien sugiere mayor dureza en comentarios, así como los que me tachan de estricto y poco democrático por no dejar que aparezcan sus, digamos, ocurrencias inconfesables.
Vamos, que palos porque bogas y palos porque no bogas.
A mí me parece que aquí hay mucha vocación frustrada de bloguero. Con esas ideas tan claras que tienen algunos, o muchos, lo que deben hacer es abrir su propio blog, en internet hay mil sitios donde hacerlo, y poner en práctica todas sus ideas y consideraciones. Por eso, a todos los que día tras día y año tras año me sugieren cómo llevar mi blog, qué escribir, cómo escribir, la forma de administrar los comentarios y hasta las imágenes más adecuadas para acompañar los textos, los animo a estrenarse como blogueros. Con ideas tan pensadas y meditadas les auguro en éxito total.
Y en el próximo comentario que me dejen, quizá en este mismo post, pueden dejar la dirección de su blog. Seré el primero en hacer una visita y dejar mi saludo.
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