Felipe es el preferido de sus padres y de sus siete hermanos. Por eso todos sintieron un nudo en el estómago cuando, la semana del 9 de marzo, comenzó a subirle la fiebre. Habitualmente es difícil acertar con lo que le pasa, porque no se expresa bien, no se queja y no entiende algunos conceptos. Felipe tiene síndrome Down.
Una semana más tarde, Felipe ingresaba en CUN Madrid con neumonía bilateral por coronavirus. Para que pudiera comunicarse con los médicos y las enfermeras, una de sus hermanas, María, se marchó con él al hospital.
Felipe es un regalo para toda la familia. “A su lado se te olvidan los problemas. Como escribió una vez una hermana mía, lo que para nosotros resultaría aburrido, repetitivo o incluso ridículo, para él es maravilloso. Disfruta con todo, sonríe siempre, no critica, no piensa mal, no se equivoca, no te ofende…”, considera María, para quien ha sido “un privilegio” haber estado ‘ingresada’ estos días junto a su hermano.
“Estas personas tienen una discapacidad intelectual, pero cada uno es singular. Con esto quiero decir que Felipe tiene su personalidad, su carácter, le gusta mucho la música, y sus películas preferidas son El rey León, Mary Popins y Matilda. Sueña con subirse a un barco en verano, vibra con la Navidad y con el momento de cantar villancicos en torno a la Corona de Adviento y tiene especial predilección por Pedro, el pequeño de los hermanos”, explica María.
SABÍA QUE PODÍA CONTAGIARME, PERO CUANDO VES QUE TU MISIÓN ES AYUDAR A QUE TU HERMANO MEJORE ESO SE TE OLVIDA
“Sabía que podía contagiarme, pero cuando ves que tu misión es ayudar a que tu hermano mejore eso se te olvida. Yo sabía que estaba en manos de Dios, que contaba con la oración y el apoyo de tantas personas”, considera.
Al tercer día de ingreso Felipe estaba prácticamente dormido todo el día y no comía. “Aunque los médicos me decían que era normal, yo tenía la sensación de que se iba apagando poco a poco”. Finalmente los médicos dijeron que no respiraba bien, y hubo que tirar de imaginación. “Yo le ponía la música que le gustaba para intentar que se sentara y respirara mejor, y a las 14:15 nos conectábamos por zoom toda la familia: esto era otro estímulo para él. Cada uno de los hermanos y mis padres procuraban hacerle reír y preguntarle para estimularle. A las 8 de la tarde le decía que teníamos que aplaudir a los médicos y así se levantaba otro rato... Pero a pesar de estos esfuerzos, no era suficiente. El aire no le llegaba bien”, relata su hermana.
Felipe con su hermana
Una tarde, después de haber probado todo tipo de mascarillas de oxígeno posibles para evitar intubarle, se lo llevaron a la UCI. Felipe no lo entendía. “Fue un momento durísimo; le tuve que explicar que se iba con otros médicos a otra planta y que yo no iba a ir, pero que pronto nos veríamos de nuevo”, recuerda María.
Pasados tres días, María acudió al box de la UCI para acompañar a su hermano mientras lo desentubaban y evitar que se asustara. Pero cuando parecía que la situación mejoraba, los padres de Felipe y de María dieron positivo por COVID y tuvieron que ingresar también. “Mi padre es paciente de riesgo, está operado dos veces de cáncer, uno de ellos de pulmón. Mi madre se vino a casa a los tres días pero mi padre estuvo 16 días ingresado y con un cuadro muy grave”, narra María.
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