Nosotros, ni cajero

Nochebuena y Navidad. Cenas solidarias, televisión, radio y prensa destacando el hecho. Decía el otro día el P. Ángel que “fue una cena para personas que si no, habrían dormido esa noche en un cajero".

No he podido por menos de esbozar una sonrisa tragicómica. Habrían dormido en un cajero. Hace algún tiempo me decía un compañero sacerdote que ver dormir a un indigente en un cajero o a un pobre rebuscando en los contenedores de cualquier centro comercial tendría que hacernos pensar mucho. Le respondí: ya quisiera yo que en cualquiera de mis pueblos hubiera un cajero o un lugar donde hacer la compra.

 

Empeñados estamos en llamar pobreza a lo que a lo mejor no lo es tanto. La gente de mis pueblos no pasa hambre y tiene calefacción en casa. Tampoco derrocha su pensión en centros comerciales, en refrescos o tecnología, porque una pensión es lo que es y permite llegar a fin de mes sin demasiadas concesiones. Pero no tienen nada de ricos.

Que más quisiéramos tener un cajero automático del que sacar unos euros para hacer la compra. Más quisiéramos que tener un centro comercial donde hacerla. Ojalá un autobús que pasara cada quince o veinte minutos para nuestro transporte. Ni cajero. Ni tienda. Ni colegio porque no hay niños. No tenemos más transporte que un bus cada hora que hace el trayecto Buitrago – Madrid (hora y cuarto, hora y media), y unos microbuses que nos llevan a Buitrago cuatro veces al día.

Es verdad que en Madrid hay indigentes por la calle. Pero indigentes que tienen a su disposición comedores, albergues, centros de servicios sociales, que pueden tomar el metro o el bus, llamar al SAMUR social, refugiarse en un centro comercial, acudir a urgencias de cualquier hospital sabiendo que serán atendidos, o pedir, en último caso a la puerta de cualquier iglesia, una cafetería o en una boca de metro.

Días de Navidad. El alma blandita y un tanto avergonzada de los propios excesos. La televisión ofrece solidaridad para que la cena no se atragante en exceso. Pobres en el Prado, pobres en templos, pobres con alcaldes y obispos. Es navidad. Gracias a esas cenas esa noche, esa noche, no dormirán en un cajero. Quizá la próxima vuelvan a hacerlo.

En mis pueblos, en Braojos, Gascones y La Serna, ni cajeros. Y no queremos una cena con televisiones y famoseo. Ya cenamos en casa y al solo se le acoge ¡cuántos, por cierto, me invitaron a cenar esa noche! Nuestra pobreza es otra y quisiéremos otras cosas. Por ejemplo, un servicio de transporte digno, un cajero, un comercio, un mejor acceso a internet que permita vivir en el pueblo y trabajar a distancia, un proyecto serio para dar vida a unos pueblos acogedores, bellos y que están apenas a una hora de la gran ciudad, esa que recoge a los pobres en nochebuena para que cenen bien y salgan en la tele.

Comunidad de Madrid. La que económicamente, dicen, más crece. Y a apenas 70, 80, 90 kilómetros, ir al ambulatorio, porque médico tenemos, aunque sea dos días por semana, o al cajero para sacar unos euros de la pensión, supone echar una mañana entera o pedir el favor a los hijos o al vecino. Por ejemplo.

¿Que hay noches que duermen en un cajero? Ay si tuviéramos uno en el pueblo… uno solo…

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