La liturgia diaria meditada - Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos (Lc 2, 41-52) 30/12



Domingo 30 de Diciembre de 2018
La Sagrada Familia de Jesús, María y José
(F). Blanco

Esta fiesta de la Sagrada Familia se realiza siempre el domingo siguiente a Navidad, y es una de las celebraciones más modernas del calendario litúrgico. Se instituyó como fiesta opcional en el año 1893, y, poco después, el papa León XIII la instauró con carácter universal (para toda la Iglesia). La familia de Jesús pasó por las alegrías y preocupaciones de todas las familias. Ellos conocieron el drama de tener que emigrar de su tierra y vivieron todas las dificultades terrenales.
Antífona de entrada          cf. Lc 2, 16
Los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José y al Niño acostado en el pesebre.

Oración colecta     
Dios y Padre nuestro, que en la Sagrada Familia nos ofreces un verdadero modelo de vida, concédenos que, imitando en nuestros hogares las mismas virtudes y unidos por el amor, podamos llegar, todos juntos, a gozar de los premios eternos en la casa del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas        
Te ofrecemos, Padre, el sacrificio de la reconciliación y, por la intercesión de la Virgen María y de san José, te pedimos que edifiques nuestras familias sobre el fundamento de tu gracia y de tu paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona      cf. Bar 3, 38
Nuestro Dios apareció en la tierra y vivió entre los hombres.

Oración después de la comunión
Padre bueno, alimentados con estos divinos sacramentos, concédenos imitar constantemente los ejemplos de la Sagrada Familia, para que, después de las pruebas de esta vida, podamos gozar siempre de su compañía en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

1ª Lectura    1Sam 1, 20-22. 24-28
Lectura del primer libro de Samuel.
En aquellos días, Ana concibió, y a su debido tiempo dio a luz un hijo, al que puso el nombre de Samuel, diciendo: “Se lo he pedido al Señor”. El marido, Elcaná, subió con toda su familia para ofrecer al Señor el sacrificio anual y cumplir su voto. Pero Ana no subió, porque dijo a su marido: “No iré hasta que el niño deje de mamar. Entonces lo llevaré y él se presentará delante el Señor y se quedará allí para siempre”. Cuando el niño dejó de mamar, lo subió con ella, llevando además un novillo de tres años, una mediada de harina y un odre de vino, y lo condujo a la Casa del Señor en Silo. El niño era aún muy pequeño. Y después de inmolar el novillo, se lo llevaron a Elí. Ella dijo: “Perdón, señor mío, ¡por tu vida, señor!, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti, para orar al Señor. Era este niño lo que yo suplicaba al Señor, y él me concedió lo que le pedía. Ahora yo, a mi vez, se lo cedo a él: para toda su vida queda cedido al Señor”. Después se postraron delante del Señor.
Palabra de Dios.

Comentario
El nombre Samuel se explica con una etimología popular: "Dios escucha". Ana eligió este nombre para su hijo porque esa había sido su experiencia de Dios: Dios la había escuchado. Por esta razón, el niño fue llevado a la Casa de Dios y consagrado en su presencia.

Sal 83, 2-3. 5-6. 9-10
R. ¡Señor, felices los que habitan en tu Casa!

¡Qué amable es tu Morada, Señor del Universo! Mi alma se consume de deseos por los atrios del Señor; mi corazón y mi carne claman ansiosos por el Dios viviente. R.

¡Felices los que habitan en tu Casa y te alaban sin cesar! ¡Felices los que encuentran su fuerza en ti, al emprender la peregrinación! R.

Señor del universo, oye mi plegaria, escucha, Dios de Jacob; protege, Dios, a nuestro Escudo y mira el rostro de tu Ungido. R.

2ª Lectura    1Jn 3, 1-2. 21-24
Lectura de la primera carta de san Juan.
Queridos hermanos: ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Queridos míos, si nuestro corazón no nos hace ningún reproche, podemos acercarnos a Dios con plena confianza, y él nos concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Su mandamiento es éste: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como él nos ordenó. El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
Palabra de Dios.

Comentario
Dios nos hace sus hijos, con lo cual pasamos a formar parte de su familia. Es un inmenso regalo pertenecer a la familia de Dios y vivir en comunión.

Aleluya        cf. Hech 16, 14b
Aleluya. Señor, toca nuestro corazón, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. Aleluya.

Evangelio     Lc 2, 41-52
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él. Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: “Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Jesús les respondió: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que Yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?”. Ellos no entendieron lo que les decía. Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres.
Palabra del Señor.

Comentario
A los 12 años, los niños judíos comenzaban a ser considerados maduros para participar plenamente en las ceremonias del culto. Allí, en el Templo de Jerusalén, la Casa de Dios, Jesús muestra mucho más que su madurez humana: declara que su misión tiene que ver con las cosas del Padre. Es una revelación incipiente, que por un tiempo permanecerá misteriosa para su familia. María y José serán testigos del crecimiento y la madurez de Jesús en la cotidianeidad de su hogar.

Oración preparatoria 
Señor, en mi oración del día de hoy en el que recordamos a la Sagrada Familia, te ofrezco toda mi vida, mi libertad y mi voluntad. Soy tuyo, a Ti me entrego con todo lo que soy y lo que tengo. Que tu gracia me permita escuchar tu voluntad para que mi testimonio de vida convierta y dé esperanza a mi familia. 

Petición 
Señor, te pido por mi familia, dale un amor fuerte. Acrecienta mi confianza en Ti y ayúdame a poner todas mis ilusiones en santificarme para alcanzar la gloria eterna. 

Meditación  

1.- En este marco de las fiestas navideñas, donde damos tanta importancia a los encuentros familiares, el evangelio nos invita a fijarnos en el portal de Belén, en Jesús, María y José, que forman una familia. Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia, que recibe ese nombre de “sagrada” porque era la de Jesús, el Mesías, el Salvador, aunque también las nuestras son sagradas para nosotros. Formar una familia es una gran responsabilidad, ya lo sabemos, pero hoy nos miramos en este modelo de familia para revisar también las nuestras.

2.- Tu familia, ¿se parece a la familia de Nazaret? Vamos a ver si la Palabra de Dios nos ayuda a responder a esta pregunta. Todas las personas necesitamos tener una familia para crecer en las mejores condiciones. Antiguamente las sociedades eran más patriarcales, y la figura del padre tenía el mayor de los valores, era el que sustentaba el hogar familiar con su trabajo y el que daba prestigio a la familia. Hoy las mujeres tienen mayor relevancia en la vida familiar. Y también son importantes los niños. La primera lectura recuerda todas esas cosas. Está escrita unos 180 años antes del nacimiento de Jesús, pero sus consejos son muy actuales. De hecho, hay un mandamiento que resume todo lo que nos dice la lectura del Eclesiástico: honra a tu padre y a tu madre. Es un respeto a la autoridad y la sabiduría de los mayores, siempre y cuando se ejerzan como un servicio y no como una imposición.

3.- Además de este mandamiento, hay actitudes en la Sagrada Familia que nos pueden servir de espejo en el que mirarnos. Nadie duda de las virtudes de María: generosa, paciente, amorosa, humilde, sencilla, prudente, alegre… Ni de las de José: justo, paciente, responsable, honrado, cariñoso, constante, fiel… Ni de las del Niño Jesús: obediente, respetuoso, alegre, responsable, servicial… Pero sobre todo los tres tenían una gran fe en Dios y una disponibilidad muy grande para colaborar con Él en sus planes. De hecho, si nos fijamos en el evangelio de hoy, nos daremos cuenta de las veces que José escucha el mensaje del ángel de parte de Dios y se pone en camino, cumpliendo lo que Dios le pide. José está disponible a la Palabra de Dios: “levántate”. Y se repite en dos ocasiones: para huir a Egipto y para volver a Nazaret.

4.- Este sería un tercer aspecto en el que la Sagrada Familia nos sirve de ejemplo: las dificultades. A veces pensamos que por ser la familia de Jesús y ser “sagrada” todo les fue bien y no pasaron ninguna necesidad, como pasa en las nuestras. Pues no fue así. Desde el primer momento tuvieron que hacer frente a grandes adversidades, como por ejemplo, el rechazo, no ser acogidos, estar amenazados, tener que huir a un país extranjero, convertirse en emigrantes forzosos (porque a nadie le gusta tener que irse de su tierra), vivir lejos de su hogar, de sus amigos y familiares… Y al volver a Nazaret, no sabemos cuándo, la familia pierde a José, el padre, el cabeza de familia. Y María y Jesús se las tienen que apañar para salir adelante. Y lo hacen. ¿Qué les mantenía unidos? ¿Qué les sustentaba y les daba fuerzas? La confianza en un Dios al que sentían cercano. ¿Cómo es nuestra confianza en Dios? ¿La vivimos en nuestras familias? ¿La compartimos con los más pequeños? O eso ya no se lleva. Quizá nos falte más fe, más confianza, más oración, más comunicación, más… (Cada cual sabrá). Pero lo que no debe faltar nunca es familias que sean referentes, que sirvan de modelo, que se ayuden las unas a las otras a crecer, a permanecer firmes y estables. Hoy la Sagrada Familia lo es. Pero quizá también podemos mirar a nuestro alrededor y descubrir familias que también son “sagradas” hoy y ejemplo para nosotros: quizás los padres, los abuelos, quizá amigos cercanos… quizá nosotros mismos estamos llamados a ser ejemplos de familias cristianas, al estilo de la familia de Nazaret.

5.- La Iglesia, la comunidad cristiana, nosotros, aquí reunidos, estamos llamados a ser y vivir como una gran familia, unida por los lazos de la fe. Para ello nos sirve de ejemplo la segunda lectura, donde San Pablo invita a esto mismo a la comunidad cristiana de Colosas. Podemos releerla tranquilamente y ver todo lo que nos queda por hacer para ser ese “pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado” que tiene como virtudes “la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión… y por encima de todo… el amor”.

6.- Esto, a nosotros, nos interpela seriamente. ¿Qué estamos haciendo por el traspaso de la fe en nuestras familias? ¿Somos transmisores o cortocircuito? ¿Nos tomamos en serio nuestra misión de educadores o delegamos, por comodidad o cansancio, en otras instituciones y personas? ¿Ponemos la práctica cristiana (oración, eucaristía, bendición de la mesa, rosario, etc) en algún momento de nuestra vida familiar o vivimos al margen de ella? Interrogantes que, en su respuesta, denotarán si nuestras familias son cristianas o si, simplemente, se han quedado como “familias bautizadas pero sin vivencia cristiana”.
Que Jesús, José y María nos ayuden a cuidar de esa gran institución en la que hemos nacido. Se suele decir que una cosa no se valora hasta que no se tiene. Que, nosotros, sepamos dar gracias a Dios por esa gran escuela, universidad, taller y semillero de valores (religiosos, sociales, culturales…) que son nuestras familias. Sólo así, lejos de ser “clones” de una sociedad interesada y caprichosa, seremos hombres y mujeres con raíces profundas, con criterios propios y con luz personal.
En Jesús, Dios hace suyos y viene a vivir los valores más nobles y más valiosos de los hombres. Y, la familia, sin duda alguna, es uno de ellos. Y, Dios, también lo vive, lo asume y lo celebra con gusto.

Propósito 
En el fondo, todos seguimos siendo un poco niños toda la vida y, por ello mismo, profundamente necesitados del calor de una familia. Que en el corazón de María, de Jesús y de José encontramos ese tesoro que anhela nuestra alma. Y es lo que también nosotros, como cristianos, hemos de dar a los demás, a ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret. 

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