Eso sí, hoy solamente una.
Nunca me he preocupado de saber exactamente con el derecho canónico en la mano cuántas misas puede celebrar un sacerdote cada día. Mi costumbre es celebrar a diario, aunque alguna vez no tenga pueblo, y después las veces que exija al bien pastoral de los fieles. Los domingos y festivos aplico las misas por cada parroquia encomendada y recibo únicamente un estipendio por día, aunque celebre varias veces.
Ya digo que nunca me he preguntado cuántas misas puedo celebrar. Si tengo tres parroquias, los domingos son tres misas, como son tres misas,al menos, días como miércoles de ceniza o difuntos, por poner un ejemplo. Añadase a esto lo que pueda surgir. Ayer, por ejemplo, un compañero que me pide el favor de celebrar en una pequeña parroquia para que él pueda salir unos días para visitar a su familia. Sin problemas. Por la tarde suplí a otro por lo mismo. Cinco misas. Como si hubieran sido seis o siete.
Cuántas veces he dicho que en las cosas de la vida pastoral lo que marca la pauta es la normalidad y el sentido común. Barbaridad es celebrar solo cuando hay gente, o cuando hay un número minimo de fieles, que de todo ha visto uno. La misa no es un servicio de culto, el el sacrificio de Cristo en la cruz y un sacerdote la necesita a diario y una parroquia la necesita, especialmente el domingo. Es que no vino nadie… ¿y? Es domingo y se celebra el día del Señor. El día del Señor, no el de la gente, digo yo. Si la gente viene bendito sea Dios, y si no viene, ahí está uno rezando por ellos ante el Señor.
Barbaridad celebrar muchas misas cada día, digamos “por afición", o gravísimo, para cobrar por cada una de ellas.
Misas las que sean necesarias para bien del pueblo de Dios. Eso sí, celebradas con dignidad, con ganas, con cuidado, con ilusión, con lo mejor que uno sabe y puede, y con la alagría del que intenta vivirlas con el optimismo de saber que estás dando a Cristo en el sacramento, atendiendo a una comunidad y facilitando al compañero un momento de descanso. La verdad es que hay veces que te cansas o por las misas o por la escasa respuesta. Somos humanos, y que nunca dejemos de serlo.
Ayer, entre las tres primeras misas de la mañana, entre las tres, no sé si llegamos a treinta personas. El riesgo de desaliento ahí está. En la cuarta debíamos ser cerca ya de cuarenta. Uno puede lamentarse y quejarse y hasta decir que si quieren misa que se cojan el coche y se vayan al pueblo de al lado o puede dar gracias a Dios de celebrar en cada pueblito con alagría, cantos, liturgia cuidada y adoración al niño. Felices los curas si conseguimos mantenernos en esa ilusión.
Hoy solo una. Mañana otras cuatro. Buena manera de comenzar el año. Oportunidad que Dios me da de acercarme a tantos sitios y poder celebrar allí la maternidad divina de María.
Feliz salida y entrada, que dicen en mis pueblos. Que Dios nos bendiga y nos dé la paz. Y no se olviden de rezar por sus curas, que de verdad que todos intentamos hacer las cosas lo mejor posible, pero nos cansamos… podemos cansarnos. Acabo con unas palabras que siempre me enseñaron atribuidas a San Josemaría Escrivá: si vuestros curas no son santos, es señal de que rezáis poco por ellos. En este año que comienza, ayúdennos a ser santos. Feliz 2019.
Publicar un comentario