Lamento comunicarnos que las elecciones de Estados Unidos han entrado en un bucle temporal. Cada mañana nos levantaremos y escucharemos la misma historia. Así un día y otro.
Tántalo se verá obligado contar y recontar los votos de cada urna, para comenzar a sospechar al día siguiente que esa urna ya fue contada, que esa papeleta ya fue aplanada.
¿Seguirá esto así para siempre? No. Igual que en Atrapado en el tiempo (Groundhog Day) Bill Murray comprendió lo que era el amor verdadero, así Trump romperá este ciclo infernal de la misma manera.
Entre medias, Trump intentará secuestrar a la marmota, perseguirá al pavo por los prados. Pero para nosotros solo será un nuevo día en que los medios vuelven a recordarnos que las votaciones continúan, que los márgenes se reducen como dos paralelas que se fueran aproximando infinitamente de un modo tan matemáticamente imperceptible que nunca llegaran a tocarse.
Personalmente, creo que es la encíclica Tutti Fratelli la que, entre líneas, nos advirtió que, de no cambiar nuestros tóxcos hábitos políticos, en algún lugar del mundo, algún presidente acabaría encerrado en un interminable Groundhog Day.
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