La gente ya no sabe (o sabe muy bien) cómo llamar la atención. Se han reunido unas cuantas mujeres en lo que parece, por la foto, el templo del centro pastoral san Carlos Borromeo de Madrid, para reivindicar lo de siempre arrogándose la representación de las mujeres católicas de todo el mundo. Ya digo desde ahora que de todas no, porque Rafaela, que se ha modernizado lo suyo, me ha llamado por teléfono al grito de “a mí no me representan”. Parece, eso cuentan, que están preparando un sínodo.
A mí me parece que lo primero que tiene que hacer uno o una, que tanto monta o tanta monto, es ser honrado con el diccionario, porque un sínodo, según el diccionario de la lengua española, el de la academia, el fetén, es “1. m. Concilio de los obispos. 2. m. Junta de eclesiásticos que nombra el ordinario para examinar a los ordenandos y confesores”. Y un sínodo diocesano, sigo con el diccionario, “1. m. Junta del clero de una diócesis, convocada y presidida por el obispo para tratar de asuntos eclesiásticos”. Por tanto, con el diccionario en la mano, de sínodo nanay, aunque muy posiblemente el diccionario sea machista, heteropatriarcal, clericalista y encima misógino, y nadie va a decir a estas féminas, ni los académicos de la lengua, qué cosa sea el lenguaje correcto. Lo saben y punto.
No pueden convocar un sínodo simplemente porque ni son obispas ni se lo ha autorizado el papa Francisco ni un obispo diocesano que sepamos. Pueden emplazar a todas las mujeres de la Iglesia católica, incluyendo por supuesto a Rafaela y Joaquina, para una reunión, congreso, asamblea, círculo, conferencia o aquelarre. Oigan es que queremos llamarlo sínodo. Hacen bien. Mejor concilio ecuménico, suena guay.
Es verdad, empero, que una de las múltiples definiciones de sínodo que da el diccionario es “3. m. Junta de ministros protestantes encargados de decidir sobre asuntos eclesiásticos". Quizá vaya por ahí cambiando protestantes por protestonas, que pudiera ser. Aún nos queda otra acepción, “4. m. Astron. Conjunción de dos planetas en el mismo grado de la eclíptica o en el mismo círculo de posición”, lo que pasa es que servidor jamás se atrevería a hablar de conjunción planetaria después de escuchar aquella expresión de labios de Leire Pajín.
Lo que reivindican es mas viejo que la tos, más previsible que la gota fría de otoño y con más pretensiones que nuevo rico. Una primera propuesta giraría en torno a la “vulneración de los derechos humanos de las mujeres en la Iglesia". El clericalismo y patriarcado como fuentes de esa vulneración. La segunda abordaría “integrar la teología feminista en la Iglesia, como camino y referente imprescindible para un cambio profundo". Una integración que “daría lugar a un cambio en la exégesis; una lectura de la historia que rescate a las mujeres silenciadas; cambios en la liturgia, en los sacramentos y en el lenguaje eclesial; nueva comprensión de los ministerios; diálogo de la Iglesia con el feminismo". Finalmente, se invita a “analizar la realidad eclesial a partir de datos, para denunciar las incoherencias con el mensaje del Evangelio y proponer los cambios necesarios".
Pero en toda esta serie de tópicos de siempre, apoyados por los de siempre, hay algo que servidor no está dispuesto a pasar por alto, y es cuando se atreven a hablar nada más y nada menos que de “empobrecimiento teológico del presbiterado, especialmente rural”. Hasta aquí podíamos llegar.
Estas féminas, que buscan levantar su voz contra la discriminación de la mujer y seguro que hacen voto de ayuda a los desfavorecidos, directamente nos desprecian a los curas rurales considerándonos gente de escasa formación, que ni estudia ni se actualiza. Váyanse a hacer puñetas. Por cierto, ¿cuántas de ustedes conocen el mundo rural más allá de un fin de semana en una casita rural con todas las comodidades?
Servidor es cura de pueblo y a mucha honra. Un cura de pueblo harto de gente que sigue viviendo a base de tópicos de los años cuarenta según los cuales los curas de pueblo eran algo así como pobrecitos curas de misa y olla, con pocas luces y menos estudios. No se lo crean. Hay curas de pueblo, se lo digo yo, que hasta tienen su blog, una formación aceptable y más audiencia que los que tendrán estas femiloquesea en su falso sínodo contra el heteropatriarcado clerical, por más que siempre encuentren quien les ría las gracias.
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