Un viaje al Imperio Romano: la primera vez en Estados Unidos

A quienes amamos la historia sabemos que, “utopía” es lo que no sucedió en Roma.

Días atrás regresamos de los Estados Unidos (“América”, como le dicen allí, a pesar de que uno les diga que “América” es todo el continente). Fuimos invitados apenas un par de semanas con el Padre Federico Highton, SE, con una doble finalidad: conocer ciertos “Colleges” o “Highs schools” clásicos, inspirados en las enseñanzas de John Senior (uno de los grandes educadores norteamericanos del siglo XX) y proponer a sus estudiantes que, de tiempo en tiempo, realizaran un voluntariado misional en países paganos con el Omnes gentes Project.

Y todo gracias a la generosidad de unos amigos “americanos".

Era mi primera visita a EE.UU.; nunca habíamos pisado su suelo y no por un prejuicio chauvinista, patrioterista o nacionalista, sino porque, desde hace décadas, habíamos tomado la decisión de visitar primero (y muchas veces), el viejo mundo, Europa, aquello que, in illo tempore fue la Cristiandad y que hoy es –en su mayoría- Progrelandia o Eurabia.

Y no nos equivocamos.

Lo que aquí sigue entonces, es una mera opinión dicha sin ninguna autoridad más que la de haber visitado allí ese país y haber pensado qué es lo que lo hace distinto.

El interrogante recurrente era “¿por qué crece EE.UU. y no Hispanoamérica?”.

Las respuestas que uno puede encontrar ante esta pregunta pueden tener múltiples y hasta, muchas de ellas, disparatadas.

Por ejemplo:

  1. a.      Porque fuimos conquistados por España y no por Inglaterra.
  2. b.      Porque nos separamos de España.
  3. c.       Porque racialmente somos inferiores y, los latinos, somos “flojos”.
  4. d.      Porque aquí no mataron a todos los indios sino que se cruzó al europeo con el nativo.
  5. e.       Porque la mentalidad protestante es activista y “americanista” y la católica es quedada y pasiva.
  6. Porque tenemos gobiernos “populistas”.

Sobre la aparente inferioridad y la cuestión de la Independencia ya hemos hablado largamente en nuestro sitio (véase aquí, por ejemplo); sólo digamos nuestras impresiones “al vuelo”.

En EE.UU. hoy conviven diversas razas, religiones y grupos de toda índole. Allí se adoptó el falso principio de la “libertad religiosa”. Y decimos “falso” porque la verdadera libertad religiosa es sólo para la verdadera religión, a saber, la que fundó Dios mismo, la Católica, Apostólica, Romana. Es verdad que el resto de las religiones se toleran en pos de la paz; pero sólo eso: se toleran. Porque el error no tiene derechos. Sobre el tema ya hemos hablado aquí.

Sea como fuere: en EE.UU. conviven religiones, razas, costumbres, etc., como en la Roma Antigua y si bien hay un cierto “culto” a la Constitución y al mismo presidente o ex-presidente (el “Lincoln memorial” de Washington es un “Temple”, como se dice allí), no hay una “imposición” religiosa de tal o cual culto (salvo el del dinero, je!).

Anyway: si convive allí un variopinto número de habitantes, ¿dónde quedó la superioridad racial, cultural, religiosa de la que muchos hablan?

Se nos dirá: es que “en el principio no fue así”. Al principio los Padres Fundadores dejaron las bases bien marcadas sobre la constitución de los estados, las leyes, etc.

Y puede ser una buena respuesta; pero incompleta, a nuestro juicio.

Quizás haya que buscar más la respuesta en el imperio legal (cosa que remite, claro, a la mentalidad kantiana-anglosajona: “the law is the law”) y, sobre todo, al cumplimiento de esa ley.

A ningún hispano se le ocurriría, en el país del norte, intentar siquiera insultar o golpear a un policía, cruzar un semáforo en rojo o mirar con desdén a los militares, sin saber que deberá enfrentarse con las consecuencias; ¡todo lo contrario! ¡Si hasta emociona ver cómo los ciudadanos saludan a los militares vestidos de uniforme que entraban al metro!

Pero ese mismo hispano, en su país de origen, no respetará el límite de velocidad y, en cuanto pueda, tratará de violar las leyes que no le caigan en gracia porque sabrá que “es el modo habitual de vivir allí”.

Y habría mucho más por decir aquí, pero no es el lugar.

Es decir: no es un tema racial ni religioso, sino cultural.

¿Por qué un montón de hispanos, italianos, africanos, vietnamitas, coreanos, chinos, etc. pueden desarrollarse allí y nosotros no aquí?

-          “Porque se respeta la ley” –dirá alguno.

-          “Sí, claro –dirá otro– pero también tienen leyes malas como el aborto, la sodomía, etc.

-          “Claro, igual que ahora en gran parte de Hispanoamérica…” –dirá el último.

Como fuere: lo cierto es que el mito del desarrollo en el norte por ser blancos, hijos de protestantes y de raza anglosajona parece que no es consistente; al menos no hoy.

Quizás el punto está en que, culminadas las independencias forzadas de nuestros países hispanoamericanos, el liberalismo, la masonería y las potencias extranjeras dominantes (con Inglaterra a la cabeza, obvio) se apoderaron de ellas haciendo de “esta parte de España” (porque desde México hasta Argentina, salvo Brasil, casi todo era España), un sinfín de republiquetas que, por su naturaleza, debían permanecer unidas al tener una misma lengua, una misma religión y una misma cultura.

Y aunque hubo intentos de restaurar las Leyes (las de Las Partidas y las otras), el espíritu que venció es el espíritu del servilismo y, aunque próceres hubo que intentaron restaurarlas (en Argentina, por ejemplo, Don Juan Manuel de Rosas, en Ecuador, Don Gabriel García Moreno, etc.) hoy por hoy parecemos un continente a la deriva manejado por timoneles de cartón.

            Pero no es imposible salir del fango. No es imposible…

Por último y sobre Trump: le hombre es cosa seria y, aunque no sea San Luis Rey ni San Fernando, ni Julio César, lo que prometió, lo cumplió; por conveniencia o convicción, no lo sé. Pero hoy dirige el Imperio Romano y, a diferencia de Diocleciano, protege a los cristianos.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi, SE

PD: estuvimos dos semanas y media, como curas y con sotana. Era mentira eso de que “en Estados Unidos no entienden el signo de la sotana”; en nuestra experiencia, todo el mundo saludaba y hasta agradecía ver a curas vestidos así.

PD2: para los intransigentes de siempre: nadie desconoce lo malo que Estados Unidos tenga (que lo tiene y mucho); simplemente hemos querido resaltar aquí algunos aspectos en una primera crónica; nada más.


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