En nuestros pequeños pueblos serranos la fe se ha mantenido, más que con reuniones y grupos, que también hubo algo, por ejemplo hermandades y cofradías, a base de ir marcando la vida con las cosas de la fe. Los domingos, por supuesto. Además, santos y fiestas litúrgicas.
En Braojos, donde más tradiciones se conservan, me cuentan que, además de la misa diaria, a la que acudían bastante pocos, se celebraban santos y fiestas casi con periodicidad semanal. Se conserva en el archivo parroquial un curioso “diario costumbrero”, escrito en 1946, que verá la luz en el libro sobre el archivo parroquial de Braojos que esperamos presentar en abril, donde se recogen usos y costumbres de la parroquia entonces. Prácticamente todos los meses tenían dos o tres funciones extraordinarias además de domingos y fiestas de precepto. Esto hacía que la fe marcara la vida de los braojeños casi sin darse cuenta.
Poco a poco se perdieron estas cosas. La vida que cambia, la necesidad de los sacerdotes de atender varios pueblos, la poca asistencia de gente que te lleva a pensar si aún tendrá sentido mantener ciertas cosas. Unamos esa plaga post conciliar según la cual la religiosidad popular era algo, más que a extinguir, a exterminar. El fruto es unos pueblos con una vida litúrgica limitada a domingos, navidad, semana santa y fiesta patronal. Y ya. No estamos para perder aún más cosas, por más que la tentación tenga su fuerza.
No sé cómo podríamos revitalizar la fe de nuestra gente. Se aceptan sugerencias. Lo que sí tengo claro es que no estamos en momento de suprimir lo poco que nos queda, por ejemplo, las misas dominicales. Al revés, es momento de recuperar y tirar del mínimo hilito que aún pueda sobrevivir de tiempos pretéritos.
No es fácil. Me dicen en Braojos que después de tan tos años los pillo “desentrenados”. No pasa nada. Se intenta.
Este año tuvimos procesión con la Candelaria el domingo día 2. Y al día siguiente San Blas, que en tiempos se celebraba mucho. ¿Y fue gente? Seis u ocho mujeres. ¿Merece la pena? Yo creo que sí: sonaron las campanas ¡que no es poco!, hubo gente en misa y después de misa lo celebramos con un vinito en el bar con sorpresa para algunos:
- ¿Qué hace el señor cura tomando un vino un lunes?
- Es san Blas…
- Ahhhh!
No sé cuántos años sin celebrar el miércoles de ceniza. Otra cosa suprimida.
- La ceniza se imponía el domingo, que hay más gente.
- Claro. Y si la pusiéramos el día de la fiesta seríamos más.
Ayer ha sido el tercer año que celebro el miércoles de ceniza en los pueblos. En los tres.
- ¿Y acude gente?
- Entre los tres pueblos, diecinueve.
- ¿Y merece la pena?
- Rotundamente sí.
No es tiempo de quitar, sino de añadir. Añadir la exposición del Santísimo y el rosario. Y el miércoles de ceniza, san Blas, el Sagrado Corazón y el mes de María. Cualquier oportunidad.
Lo más fácil es quitar. Pero a base de quitar nos quedamos sin nada. Es momento de añadir, sabiendo que el que venga la gente o no es lo de menos. El culto es esencialmente hacia Dios. Y ese siempre espera. De paso, siempre viene alguien, y si no vienen, razón de más para rezar con más fuerza.
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