Cosas de uno que jamás había contado, pero sí, ya ven, me encantaría ser abadesa del Monasterio de las Huelgas de Burgos.
Quede claro, para empezar, que servidor se siente feliz con su condición de varón y que para nada la cambiaría. No van por ahí los tiros. Feliz con ella y con todas las consecuencias. Y con eso y todo, me encantaría ser abadesa de las Huelgas.
Oiga, D. Jorge, pero es que usted es varón… Sí, claro. ¿Y? Pues que un varón no puede ser monja contemplativa.
Pues no estoy de acuerdo.
Tenemos que modernizarnos en la Iglesia y comenzar a superar ciertos clichés inasumibles por la sociedad actual. Por ejemplo, que para ser monja se exija la condición de mujer y para ser monje la de hombre, porque esto supondría limitar a Dios la posibilidad de llamar vocacionalmente a quien quisiera para lo que quisiera, y confundir la voluntad y la llamada de Dios con una normativa obsoleta, machista y antidemocrática como es el derecho canónico.
El derecho canónico, así como las constituciones y costumbres de las monjas cistercienses, afirman que solo pueden ser admitidas al monasterio mujeres por el plan antiguo, es decir, fisiológicamente mujeres. Hora de superar clichés heteropatriarcales. Porque imaginemos que Dios Padre llama a ser monja cisterciense de la Huelgas a alguien fisiológicamente hombre pero que se sienta internamente mujer. ¿Negaremos a Dios esa posibilidad? Más aún. Pensemos también en la posibilidad de que Dios llamara a esa comunidad a un varón, fisiológicamente varón y feliz con su varonía (evidentemente con v en este caso). ¿Nos atreveríamos a negar esta posibilidad al Ser Supremo?
El problema es que seguimos encorsetados en el derecho y la fisiología y los convertimos en Dios mismo, pretendiendo que Dios tenga que ir realizando su voluntad pero solo dentro de los cánones que le marcamos los hombres. Es decir, que realmente los dioses somos nosotros, que hacemos lo que nos da la gana repitiendo costumbres que hace tiempo debieron ser abolidas y superadas.
Es hora de reclamar nuestros derechos. Mañana, día 1, deberíamos manifestarnos los varones ante los monasterios mal llamados femeninos, que ya va siendo hora de superar hasta viejas formas de lenguaje, reivindicando nuestra admisión en ellos como monjas y, a partir de ahí, si es voluntad de Dios, llegar a abadesa de las Huelgas Reales o priora de la Encarnación.
Personalmente me encantaría lo de las Huelgas, aunque tenga que superar algunas barreras, como el sexo y la edad, que a lo mejor a uno le ven ya algo talludito como para comenzar el postulantado. Es igual. Se trata de abrir caminos y de comenzar a combatir esa trasnochada idea según la cual al hombre, por el hecho de su fisiología, siempre le estará vetado el ser madre abadesa. Increíble que esto tenga que verse en pleno siglo XXI.
Publicar un comentario