Ayer volví a ver algunos trozos de Un hombre para la eternidad. Hasta yo mismo me sorprendo al analizar hasta el más pequeño detalle de esta obra que considero entre las cinco mejores de toda la historia. He meditado hasta la saciedad la preeminencia entre esas cinco cimas escogidas entre las obras maestras, y cada vez me reafirmo más en que esta es la segunda mejor película de la historia.
El análisis de los detalles es arrollador. ¿Cómo es posible que Fred Zinnemann lograra la perfección absoluta? Ni lo que le precedió ni lo que le siguió en su filmografía está ni de lejos a este nivel de altura. Y eso que hizo grandes películas en las que me he deleitado con verdadera satisfacción.
Es cierto que, si miramos con microscopio, encontramos mínimas máculas en esta obra de arte sobre Moro.
—La escena en que están los obispos reunidos está mal planteada visualmente. El escenario no es convincente. Dentro de un guion tan detallista y que tiene un ritmo tan perfecto, es un episodio mal resuelto.
—La escena en que el mayordomo de Moro trata de alejarse del comedor no convence.
—En una escena con el Duque de Norfolk se nota demasiado que pasean artificiosamente para no salirse del encuadre que tiene de fondo una casa isabelina.
Bien, cosas así se pueden encontrar, tampoco muchas. Pero es que, precisamente, si miramos atentamente todo, detalle a detalle, es increíble la elegancia con que la historia es contada.
Las interpretaciones son insuperables: hay una contención admirable, nunca cae en el exceso. El duque de Norfolk y el rey quizá sean los personajes menos creíbles.
Pero los demás personajes añaden al guion matices interpretativos soberbios. ¡No hay personajes malos! Cromwell es genial, una lección soberbia, insuperable de interpretación, es un personaje de carne y hueso. El arzobispo en su fría altivez y su dolor interno por el personaje lo mismo, es un personaje real, no de cartón. La interpretación del arzobispo, indudablemente, añade matices al guion escrito: a él se nota que le duele el drama del interrogado. Así como el Cromwell de la película es un personaje sin moral, pero lleno de vida e ingenioso.
En inglés las últimas palabras del arzobispo tienen un acento de dolor que no tienen las palabras en el doblaje español. You´re very sure of that, sir Thomas? En el doblaje español, el arzobispo es duro en esas palabras. El actor español le da un tono de última afrenta. Tono que le sienta muy bien a ese momento, todo hay que decirlo. Pero, en el original, es de dolor, porque todo el tiempo ese arzobispo ha tenido compasión de Moro.
Mañana seguiré porque este post se estaba volviendo largo. Os dejo con esta música que sonó durante los créditos. Si notáis que es muy buena, no os sorprendais: es George Delerue.
Publicar un comentario