O que están teniendo buena formación y excelente acompañamiento. Quizá sea eso.
Este pasado sábado decidieron subir a Braojos un grupo de catequistas y sacerdotes del madrileño arciprestazgo de El Molar para tener un día de convivencia, formación y oración.
- Nada, Jorge, una cosa sencillita… ¿Nos podrías enseñar el templo parroquial de Braojos?
- Claro.
- Y luego… ¿una charla sobre catequesis?
- Sea.
- ¿Y acompañarnos luego en un tiempo que tenemos previsto de adoración ante el Santísimo?
- Sin problemas.
- ¿Y en la posterior puesta en común?
- Contad con ello.
Curas y catequistas atípicos, aunque cada vez menos. Atípicos porque no todo el mundo organiza un encuentro de catequistas con un tiempo prolongado de adoración ante el Santísimo Sacramento.
El caso es que tras la visita a la iglesia parroquial de Braojos tocó sentarse y soltar el rollo catequético. Ya ven que uno hace de todo. No me era un tema complicado. Algunos años fui profesor de teología pastoral en el estudio teológico de los agustinos e incluso un cuso tuve que explicar catequética.
Quise iniciar la charla con una pregunta de esas que difícilmente se responden, convencidos de que el asunto suele tener trampa.
- A ver… ¿cuál es la misión de la Iglesia?
Uno, que es de natural un tanto malicioso, estaba esperando que me dijeran que compartir, estar con los pobres y cuidar el planeta. Pero no. Dijeron otra cosa:
- La misión de la Iglesia es evangelizar.
Te quedas a cuadros. Catequistas que saben que la misión de la Iglesia es evangelizar y que encima rezan ante el Santísimo, y lo hace justo el día en el que deciden salir al campo.
Es verdad que nos quejamos de lo mal que está la Iglesia y de las barbaridades que tenemos que ver y aguantar cada día, pero hemos de reconocer que en esta iglesia nuestra, que a veces parece tan disparatada, tenemos un fondo de católicos de bien unidos a sus sacerdotes, también de bien, que son el futuro y la esperanza.
El problema es que estas cosas no salen. Aquí vamos de Amoris Laetitia a la Pachamama, de la ecología a la liturgia alternativa, de lo de “laicos y laicas” al sínodo alemán, y uno se viene abajo. Y el caso es que luego vas a las parroquias, a muchas de ellas, y encuentras curas abnegados y de excelente doctrina, laicos trabajadores que se creen lo que hacen, proyectos de fe y caridad del todo ejemplares. Pero claro, como lo que más sale son otras cosas, el día que te encuentras con un catequista que dice que estamos para evangelizar, pues te llevas una gratísima sorpresa.
¡Dios, qué buen vassallo! ¡si oviesse buen señor!
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