Los garbanzos como tapadera

Mucho enseña el libro de los Hechos de los apóstoles. Tanto que hace unos días propuse que se retirara de la circulación, simplemente porque lo lees y si tomas tu vida en serio sientes vergüenza por nuestra acomodaticia y poco evangelizadora vida eclesial.

Lo que mejor se nos da a los católicos es lo de la caridad. Es un lujo y es el mayor honor. Es nuestro gran escaparate, y a la vez nuestro mayor peligro.

Me agrada y me molesta, de hecho, me molesta mucho, ofrecer a la gente la imagen de la Iglesia como una gigantesca ONG. Nos preguntan qué hace la Iglesia y sacamos rápidamente la lista de sus obras sociales: Cáritas, reparto de alimentos, centros para transeúntes, las misiones, el heroísmo de los misioneros que no abandonan a su gente. Vemos programas de parroquias, de misiones y la parte del león se la llevan siempre nuestras extraordinarias obras sociales y la cercanía a los pobres.

Me van a perdonar, pero eso no es lo fundamental. Por eso lo de leer despacito el libro de los Hechos de los apóstoles, donde podemos comprobar que la gran tarea de un apóstol es predicar el evangelio. Por eso la esencia de la Iglesia es la predicación, el anuncio de Reino, la llamada a la conversión y el bautismo para el perdón de los pecados según las palabras del mismo Cristo: “Id por todo el mundo y proclamad la buena noticia a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará, pero el que no crea, se condenará”.

Mucho me temo que no acabamos de creernos estas palabras. Ya se sabe. Una exageración, si total no se condena nadie, el infierno no existe, el cielo se nos da con el ADN y la salvación es que cada uno viva según sus principios, los suyos. Además, a ver qué es eso de creer y no creer, y si tenemos derecho a meternos en la conciencia de la gente para cambiar su forma de pensar y que eso es una falta de respeto.

Si pensamos así, que a lo mejor no, o tal vez sí, el celo pastoral por la predicación y la salvación se nos queda en una flojita pastoral de mantenimiento para atender lo que tenemos y a los que pudieran llegarnos. Lo malo es que la pastoral de mantenimiento es una pastoral que sigue viviendo de la inercia de tiempos pasados y con un movimiento que tiende a cero.

Yo creo que esta falta de convencimiento interior, disfrazada de madurez eclesial, respeto a la persona, globalidad doctrinal y visión renovada del mismo Dios nos lleva a un mantenimiento pastoral flojito, pérdida de eso que se llamaba “el celo por las almas", sustentado en una doctrina de la nada o de lo poco y expresado en una liturgia mortecina y vulgar.

La solución es la de volcarnos en obras sociales, en repartir garbanzos, que es una cosa tangible, gratificante a nivel personal y vendible en cualquier parte. Por eso digo que si lo de los garbanzos no será una tapadera para ocultar ideas poco claras, convencimiento exiguo del plan de redención, fe justita e ideas escasas. No pasa nada. Estamos con los pobres.

Anda que no lo hemos escuchado veces. Fulanito celebra de cualquier modo, predica la primera barbaridad que le viene a la mente, pone en solfa el dogma y la moral. No pasa nada: está con los pobres.

Pues eso, lo de los garbanzos.

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03:06

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