Iglesia y coronavirus. Nada volverá a ser lo mismo

Tras la crisis de la pandemia todos lo repiten: nada volverá a ser lo mismo. Creo que en lo eclesial se va a cumplir esto perfectamente. Ya saben que esto no son más que las reflexiones muy personales de un servidor. Varias cosas se me ocurren.

1. Está poniendo en su sitio a cada cual. Empezando por curas y obispos. Los hay dejándose la vida en hospitales, residencias, parroquias. Muchos se devanan los sesos para abrir los templos un rato, atender lo que se puede con todos los trucos inimaginables, emitir misas, charlas, reflexiones, ofrecer materiales. También los hay tan tranquilos.

2. Ejemplar el trabajo de los religiosos, y muy especialmente el de las religiosas. Ver tantos conventos de vida contemplativa trabajando incluso en la confección de material sanitario, es de verdad emocionante.

3. Lo de Cáritas, que a veces he criticado, es de chapeau con reverencia versallesca. Mi idea de Cáritas, lo saben porque es mi experiencia de años, es que tiene unos voluntarios excelentes. Menos me convencen los contratados y medios intermedios. Pues bien, el trabajo de Cáritas especialmente de parroquias y asociaciones, está siendo de ole y ole. Parece mentira que en nada de tiempo se organicen y de qué modo. Y la gente responde porque sabe que Cáritas de su parroquia es de fiar.

4. Hemos dado definitivamente un salto tecnológico. En pocos días o semanas muchos curas nos hemos hecho expertos en zoom, Facebook, Instagram, YouTube y demás historias.

5. Mucha gente ha descubierto que para diversas cuestiones tiene muchos sitios donde acudir sin necesidad de sentirse atados a su parroquia y a su párroco. Hoy cualquiera que desee formación, espiritualidad, charlas, meditaciones, las tiene en mil sitios sin verse en la obligación de soportar a su párroco. Por tanto, eso de que los curas tengamos los fieles en propiedad tararí que te vi. Acudirán a misa porque no habrá otro remedio, pero ya. Incluso si quieren encargar misas por sus intenciones lo harán donde haya un cura que se lo crea y les dé confianza en que realmente las va a celebrar como se lo piden. Evidentemente los donativos van donde piensan que deben enviarlos, que no tiene por qué coincidir con su parroquia oficial.

6. Se está poniendo al descubierto la fuerza y la vida de los católicos “de toda la vida”. Cuántos hoy, en estos momentos de obligado confinamiento, se están convirtiendo en gente de misa diaria en familia, aunque sea ¡qué remedio!, de momento, solo en redes sociales. Cuántos que están llevando en estos días una vida realmente cristiana. Cuántos que están clamando por la vuelta a la vida sacramental ordinaria. Cuántos que, en época de magros ingresos en las parroquias, ofrecen su colaboración para que se pueda salir adelante.

7. Seguimos sin saber comunicar lo que la Iglesia hace. Creo que como Iglesia deberiamos contratar a los expertos en comunicación de PSOE y Podemos por el precio que pidan. Sería una magnífica inversión. Esos sí que saben hacer llegar un mensaje. 

8. Finalmente creo que en esta crisis la figura de los simples curas se ha revalorizado mucho mientras que ha perdido enteros la de los obispos. Mucha gente encantada con el trabajo y la dedicación de sus sacerdotes pero que no entiende, salvo contados casos, la postura de los obispos.

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