Hoy propongo un juego a los lectores



Coloco esta pintura como ejemplo de precioso amor al detalle historicista. Es una pintura formidable que se puede comparar a la bella, pero fría, pintura de ayer.

Hoy voy a fijarme en los fallos históricos de la pintura de ayer. Si queréis jugar a este juego, mirad el cuadro y tratad de ver en qué falla. A ver en cuantos errores coincidimos y si nos reveláis a todos alguno más. Cuando estéis listos, seguid leyendo el post.

El retablito sobre el que jura el rey es imposible en esa época. Aun un tríptico hubiera sido salvable, pero nunca colocado de esa manera en un lateral de la nave mayor. Peor todavía con escalones como los que aparecen. La colocación de ese elemento es totalmente irreal, casi tan irreal como el estrado que colocan  para las mujeres. 

¿A quién se le ocurriría hacer eso para bloquear la vista de los que hay detrás? Por otra parte, no se colocaban estrados en las iglesias de esa época para presenciar mejor una coronación. Ya sé que en Westminster ahora se hace. Pero la coronación de los reyes de Castilla y Aragón era simplicísima a más no poder, sin unciones, sin entrega de cetros.

Peor todavía resulta colocar a un abad con la mitra sobre la capucha de la cogulla. A su lado hay otro mitrado. Casi imposible que haya un hábito de color granate. Si es una casulla, resulta imposible: en esa época no se concelebraba. Además, sostiene el báculo como puede, mientras lee. Algo tan artificioso como la espada que se sostiene inclinada sobre el plano inclinado del reclinatorio. No olvidemos que la gente no iba con libros a la iglesia. No había luz para leer fuera del altar iluminado para la misa. Nadie se llevaba libros devocionales al templo. Posteriormente, sí. Pero, en esa época, se leía en el claustro, en la biblioteca, al lado de una ventana en la propia habitación. Pero uno no se llevaba libros a la iglesia como devoción.

El tema de que los tres eclesiásticos lleven báculo se puede dispensar. En esa época, tal cosa era factible. Pero no resulta creíble que en una coronación solo haya tres eclesiásticos. La presencia de abades, obispos y monjes hubiera sido nutrida. Solo hay un eclesiástico más junto a los dos mitrados del fondo.

Las columnas son de mármol o, en cualquier caso, de una sola pieza. Deberían estar divididas en tambores. Tampoco el arranque de los arcos es correcto en una iglesia que se supone románica.

Un soldado porta una espada en la mano en lugar sagrado. La tradición era que las espadas eran dejadas fuera antes de entrar. En Escandinavia, al porche de entrada a la iglesia, por esta razón, se le llamaba vapenhus, “weapons house”.

Desde luego nadie colocaba sobre la piedra el extremo de una espada tan pesada de doble mano, salvo que quisiera mellarla a propósito.

La diferencia que hay entre el cuadro de ayer y el de hoy es la diferencia que hay entre unas novelas y otras. Unas son una mera colección de lugares comunes, una colección sin alma. Otras son un placer para su lectura, desde el principio hasta el final: Sinuhé, el egipcio; Yo, Claudio; El gatopardo.

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04:24

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