–Interesante, curioso, pero no a la altura de Reforma o apostasía. Es un articulo vano.
–Despacio. No tan vano, no es un articulo vanal, perdón, banal: trivial, insustancial (DRAE), pues señala desde un ángulo poco conocido uno de los efectos actuales del antropocentrismo soberbio.
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–Las proporciones ideales del cuerpo humano
Leonardo da Vinci (1452-1519), ateniéndose más o menos al hombre descrito por Vitruvio (arquitecto romano, s. I a. Cto.) expresó esas proporciones en un famoso dibujo (El hombre de Vitruvio) que realizó en uno de sus diarios alrededor del año 1490. Representa una figura masculina, inscrita en un circulo y un cuadrado. El dibujo del hombre de proporciones ideales muestra que la estatura de su cuerpo corresponde a 7 cabezas.
Durero (1471-1528), su contemporáneo, partiendo también de Vitruvio, entiende que las proporciones ideales del cuerpo humano entero se da en el canon notablemente más esbelto de 9 cabezas, como lo expresa en el cuadro de Adán y Eva pintado en 1507, hoy en el museo del Prado. Ya estas diferencias venían expresadas en los grandes escultures de la antigüedad clásica.
Policleto (s. V a.C.), en su estatua de Dorifeo, da a su cuerpo el canon de 7 cabezas de altura. Lísipo (s. IV a.C.), asigna 7,5 a su imagen ideal del hombre. Leocares (s. IV a.C.) configura su Apolo de Belvedere con una estatura de 8,5 cabezas.
Conviene señalar que los escultores de la antigüedad clásica solamente dan más de ocho cabezas de altura a sus representados cuando quieren expresar en la imagen su condición de héroes o semidioses.
–El prestigio social de la altura
En la historia humana puede apreciarse una estima especial por las personas de mayor altura física. «Saúl era todo un buen mozo. No había hijo de Israel más alto que él, y a todos sacaba la cabeza» (1Sam 9,2). «Luego que [el profeta] Samuel vió a Saúl, le dijo Yavé: “Éste reinará sobre mi pueblo”» (9,17)… ¿Por ser el más alto? No. Porque Dios lo eligió como rey de su pueblo. Las elecciones de Dios tienen siempre su causa única en El mismo.
Las excepciones históricas son innumerables. Un ejemplo –que, por cierto, no sirve– lo tenemos en Napoleón Bonaparte, «el pequeño corso», del que se dice que fue un gran estratega militar, pero hombre de pequeña talla. No sirve el ejemplo porque medía exactamente 1,68 metros, algo más de la media de los varones de su tiempo y nación. Pero se podrían poner otros muchos ejemplos válidos. Messi es uno de los primeros futbolistas de nuestro tiempo, y ciertamente no es de los más altos.
Sin embargo, el prestigio social de la altura podemos comprobarlo hoy mismo ampliamente. No parece mera casualidad que no pocos jefes de partido político sean más altos que sus militantes. ¿Un hombre bajito puede llegar a ser alcalde de su pueblo? Puede, sin duda; pero si llega a serlo, será a pesar de ser bajito.
–Los medios hoy estiran digitalmente con frecuencia la estatura de los cuerpos
Lo hacen porque actualmente pueden hacerlo. Para eso tenemos el Fotochop y tantos otros medios. Y esos estiramientos gráficos se producen en todos los campos, pero más en política, en artistas, en deportistas… e incluso en hombres principales de Iglesia. Pongo algunos ejemplos. No he tenido tiempo para buscar otros mejores; pero haberlos, hay, y a veces llegan a extremos de comicidad.
1 –Soberbia antropocéntrica
La apostasía cultural de nuestro tiempo, eliminando el culto a Dios y habiendo rechazado la figura ejemplar de los santos cristianos, expresa con estos engrandecimientos gráficos el culto al hombre. Lo hace en la magnificación de su estatura, pero, por supuesto, también en muchos otros aspectos más importantes… En lo que a la imagen del hombre se refiere hemos podido ver hasta fotos trucadas del Papa en las que notablemente se ha afinado su cintura.
2 –Mentira en la información
Es muy posible que el lector se diga: «Si este medio me miente cuando quiere en la información gráfica, seguramente también me mentirá en otras informaciones». Y lo normal es que la reflexión se haga sin indignación… Pero no: debemos rechazar las informaciones gráficas que han sido falseadas, tanto para glorificación del hombre, como también –que las hay– para ridiculizarlo y desprestigiarlo.
La mentira, sea en lo que sea, siempre expulsa la verdad y la falsifica.
Exijamos a los medios la verdad.
Y pidámosla al Rey de todas las naciones, nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina por los siglos. Amén.
José María Iraburu, sacerdote
Post post.- Si algún comentarista me envía una imagen bien ilustrativa de lo que he escrito, no es imposible que la publique. Pero tiene que ser muy buena.
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