Hace un par de semanas, vi Life Acuatic, una buena película de humor inteligente. Aunque, en ese género, es mejor Mortdecai. Y, ya puestos, es mucho mejor que esta última la deliciosa Hotel Budapest, cuya grabación hoy he programado en el vídeo. Todas las anteriores películas que he citado parecen ensayos para hacer la película final buena, la del hotel.
De La cosa hay tres versiones. La primera, en blanco y negro, es genial. La segunda de Carpentier es fabulosa. La tercera versión nació del deseo de contar la misma historia, exactamente la misma, solo que peor: y lo consiguieron plenamente. Menuda pérdida de cinta y de electricidad.
Ahora estoy viendo, creo que es la tercera vez, la Blancanieves de Berger. Sencillamente, imprescindible. Eso sí que es cine con mayúsculas.
También he visto por segunda vez ayer, Rogue One. ¿En qué se ha convertido La Guerra de las Galaxias? En la versión cinematográfica del eterno retorno de Heráclito: parece ser que, en el universo, siempre hay alguien construyendo una nueva Estrella de la Muerte.
Pero no os preocupéis, tiene un punto débil. Entre el asombroso poder del Imperio y la explosión final, una historia de amor y unas cuantas escenas étnicas en algún país exótico. Esa es la eterna historia de Star Wars. La única diferencia es que cada Estrella de la Muerte siempre es, por lo menos, el doble de grande que la anterior. Y esta vez sí, esta vez es el arma de dominación definitiva.
También vi, la semana pasada, Life. Esta película es la película Alien visitada de nuevo, solo cambia el monstruo. La misma historia solo que con mucho menos interés. Volví a ver Lost in translation, me aburrió más que la primera vez.
He citado películas magistrales de los últimos años, incluso en esta lista de lo que he visto en las últimas semanas. No hay crisis de ideas. Se están produciendo películas sublimes. Lo sorprendente es porqué se siguen tirando tantos millones de euros a la basura en filmar esperpentos. Lo entiendo respecto al cine comercial. Pero, con frecuencia, esos millones van destinados a obras que se pretende que sean cine artístico; y que no son otra cosa que productos averiados desde el mismo guion.
Lo que sí que es cierto, y con esto acabo mi sermón sobre el 7º arte, es que si os queréis reír, en vez de meter una película en vuestro viejo VHS, es mejor que vayáis a Youtube.
Por ejemplo, aquí tenéis un gato oliendo el pie de su compañero de piso, imprescindible:
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