Harry y Megan, felicidades a los novios, príncipes de una sociedad divorciada del Evangelio



He visto un resumen de la boda del príncipe Harry y Megan. Estas cosas les gustan tanto a la gente. Siempre me he mostrado a favor de instrumentalizar todo esto a favor de la idea de Estado. Que el Estado no sea una maquinaria fría e impersonal, sino que tenga esta dimensión estética. 

Soy un antimonárquico totalmente a favor de que la ópera siga en escena. Con fervor republicano digo: the State show must go on. Porque si no, solo tenemos el Código Penal, Hacienda y las medallas al mérito al trabajo.

Ahora bien, la princesa Kate abandonó el catolicismo para casarse con William; la princesa Megan abandonó lo que sea para hacerse anglicana; digo “lo que sea” porque lo he buscado y no se ponen de acuerdo los periódicos importantes. Con todo esto, comprobamos, una vez más, el postcristianismo de nuestra sociedad. Hoy soy esto, pero mañana puedo abrazar cualquier cosa si la boda lo requiere.

No creo exagerar si afirmo que el 70 o el 80% de los que se confiesan cristianos en Europa, estarían dispuestos a añadir a sus creencias a Buda, a Zaratrusta o a Visnú en pie de igualdad con el Concilio de Nicea o los de Constantinopla.

Todas nuestras parafernalias tienen lugar en un escenario que se va a derrumbar antes de diez años. Baste ver el acuerdo con el Movimiento 5 Estrellas (M5S) en Italia, una Europa camino de la balcanización, el auge impresionante, imparable, de la dictadura China, etc.

A diferencia de otras épocas más estables, más predecibles, somos muchos los que tenemos la impresión de que nos adentraremos en un tiempo de revoluciones sociales antisistema, de que nuestras democracias occidentales van a experimentar una clara evolución populista con regresión de derechos y libertades.

Eso es lo que pienso al ver la boda de esa monarquía. Nuestra civilización ha derribado los pilares del cristianismo, reduciendo esa fe a una minoría. Lo de hoy ha sido como una gran fiesta en la República de Weimar. En diez años, las cosas pueden cambiar tanto. Y nos acordaremos de ahora, de la orquesta que seguía tocando en cubierta.

Los vestidos, los actores invitados, las pamelas, el carruaje… pero los huevos de la serpiente ya están incubándose en nuestra sociedad. Los Maduro, los Chávez, los Evo, ya pululan entre nosotros, por las calles de la Vieja Europa, aunque todavía no hayan llegado al poder. Nuestra sociedad fue abandonando el Evangelio desde los años 70 hasta nuestros días. Ahora es el tiempo de que comiencen a eclosionar realidades postcristianas cualitativamente diversas, más feroces.

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08:50

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