¡¡¡Extra, extra!!! ¡Ya salió el Documento final del Sínodo del Amazonía!
Como era de esperar, un texto plagado de vaguedades, ambigüedades, ecologismos y demás yerbas. Todas cosas de las cuales –claro está- habló el Buen Señor Jesús…
Sólo ante una lectura en diagonal, les comentamos lo que se viene, para que nos vayamos preparando (el documento oficial puede leerse en la página del Vaticano, AQUÍ).
1. Diaconisas, por ahora no pero…
Nro. 95.: “Para la Iglesia amazónica es urgente que se promuevan y se confieran ministerios para hombres y mujeres de forma equitativa”.
Nro. 102: “Pedimos revisar el Motu Propio de San Pablo VI, Ministeria quedam, para que también mujeres adecuadamente formadas y preparadas puedan recibir los ministerios del Lectorado y el Acolitado, entre otros” (nota: es decir, las antiguas “órdenes menores" o “ministerios” previos al diaconado).
Nro. 103. “Se solicitó el diaconado permanente para la mujer. Por esta razón el tema estuvo también muy presente en el Sínodo. Ya en 2016, el Papa Francisco había creado una “Comisión de Estudio sobre el Diaconado de las Mujeres” que, como Comisión, llegó a un resultado parcial sobre cómo era la realidad del diaconado de las mujeres en los primeros siglos de la Iglesia y sus implicaciones hoy. Por lo tanto, nos gustaría compartir nuestras experiencias y reflexiones con la Comisión y esperamos sus resultados (nota: no se llegó a nada, pero van a seguir metiendo presión para que las mujeres puedan acceder al “orden sagrado”).
2. Curas casados, a partir de ahora sí
Nro. 111. “Proponemos establecer criterios y disposiciones de parte de la autoridad competente, en el marco de la Lumen Gentium 26 (nota: este documento del Concilio Vaticano II dice que es el obispo quien administra el sacramento del orden y decide a quién conferírselo), de ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad, que tengan un diaconado permanente fecundo (nota: todo sacerdote, previo a ser sacerdote, ha estado siempre un tiempo de diácono) y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable (nota: no se dice, pero se supone que deba ser una familia sacramentalmente constituida, es decir, un varón con una mujer, casados por Iglesia), para sostener la vida de la comunidad cristiana mediante la predicación de la Palabra y la celebración de los Sacramentos en las zonas más remotas de la región amazónica. A este respecto, algunos se pronunciaron por un abordaje universal del tema (nota: es decir, algunos dijeron que esto debería aplicarse a toda la Iglesia).
Bienvenidos a la nueva Iglesia.
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi, SE
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