Hay que jorobarse lo que le hace pensar a uno algo tan simple como limpiar el coche. Esta mañana he dedicado un ratito a esta tan humilde como necesaria tarea de adecentar el vehículo ¡incluso por dentro!, que el polvo se mete por todos los rincones.
Oigan, que todas esas llaves las llevo en el coche de manera habitual para poder manejarme en mis parroquias: templos parroquiales, casas parroquiales, ermitas…
El caso es que no sé si debo tener cargo de conciencia. Porque, claro, cada llave es una frontera y un muro que cierro a los demás, y lo de cerrar muros es bastante poco evangélico. A lo mejor lo que debo hacer es dejar todo abierto, arrancar cerraduras y tirar las llaves a la reguera. A lo mejor…
No sé si preguntar a la gente de los pueblos, porque lo mismo me dicen que deje las llaves y las cerraduras como están, que hay mucho mangante, que me lo barrunto. Pero claro, eso no es evangélico, en cuyo caso no debería hacerles caso. Lo malo es que si no hago caso y nos roban o se nos meten en cuaquier casa, se me van a echar encima, lo que supongo debería considerarlo como ataque lógico a mi gesto evidentemente profétivo y rompedor, lo cual me proporcionaría méritos para mi salvación eterna.
Muchas dudas. Espero que mis amables lectores me ayuden en el discernimiento.
Publicar un comentario